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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Thriller. Acción. Comedia Cuando el cuartel general de la agencia secreta es destruido, se descubre una organización de espionaje aliada en EE.UU. llamada Statesman, cuyo origen se remonta a la fecha en que ambas fueron fundadas. En una nueva aventura que pone a prueba la fuerza y el ingenio de sus agentes, ambas organizaciones secretas de élite aúnan sus esfuerzos para intentar derrotar a su enemigo común y salvar al mundo... algo que está convirtiéndose en una ... [+]
14 de abril de 2018
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70/14(19/03/17) Secuela de la exitosa cinta de acción “Kingsman” (2014), repitiendo en la dirección el londinense Matthew Vaughn, redundando mismos ingredientes que su antecesora, pero donde la frescura, transgresión y chispa brillaban aquí se notan algo desgastados al no querer arriesgare y sentirse un producto amoldado a la primigenia, moviéndose en un mundo cuasi-paralelo donde la credibilidad queda en suspenso total, la intensidad es anulada en favor de lo hiperrealista, cumpliendo en su función artificiosa de pasarratos, entreteniendo pero no entusiasmando. Destacan las escenas de acción, rodadas con estilo muy particular, la cámara levita alrededor de los personajes, con slows enfatizantes, sumado a una edición adrenalítica derivan en espectaculares escenas, sazonado todo por un humor (negro) gamberro, pero que se siente aquí algo domado. Relato basado en los cómics de Mark Millar y Dave Gibbons, las películas de Kingsman se posicionan como anti-James Bond sardónico, exagerando en muchos aspectos las clásicas características del agente británico con licencia para matar, Vaughn y la coguionista Jane Goldman siguen el camino marcado en la antecesora, sin más novedad que el notarse más elevado presupuesto en lo referente a un nutrido elenco actoral de estrellas (Julianne Moore, Channing Tatum, Jeff Bridges, Halle Berry, y hasta un autoparódico Elton John), siendo un apéndice un tanto forzado como emparentan a los Kingsman de claro aroma inglés con los yanquis (potenciando el cliché de vaqueros) Stateman, demostrando poca imaginación, y tirando de manual de marketing al incluir a estadounidenses y su folclore country para atraer más público USA. Eso sí, la mayoría de estrellas poco más que cameo, y por tanto desaprovechadas, además de una vuelta (no quiero spoilear, aunque ya en el tráiler lo dejan claro) rocambolesca, que un argumento tan rizado no peca de absurdo. Un desarrollo de carácter episódico, termina haciéndose largo en metraje, lo orgánico y fluido son entes inexistentes, hilo de trama tan liviano como invisible, todo es una excusa para engarzar en torrente situaciones que combinan el humor con la acción, sin más referente que más de lo mismo copiando la de 2014, eso sí, en un espíritu cartoon muy deleitable, pero sin capacidad de perdurabilidad.
Existe sub-lectura ética pueril y paradójica en el modo de tratar el mundo de las drogas y de sus consumidores, planteando de un modo banal la legalización de estupefacientes, y enlazado con esto se nos dice que el poder (o sea, USA) puede acometer los peores desmanes en nombre de acabar con esta lacra, pero ello queda muy atrofiado en el contexto que se nos cuenta, expone que tomar drogas es natural y divertido, y eso me asquea y produce nauseas.

Uno de los sellos de la primera parte es redundado aquí, modo en que las escenas de peleas son filmadas con una cámara levitante (tramposamente en plano único) que flota alrededor de los protagonistas de forma imaginativa, con slows enfatizantes, la sangre brota de manera híper fantasiosa, las cabezas y huesos son reventados de modo brutal, en festival del exceso, las leyes de la física son omitidas, adornado casi siempre por una canción pop en clara referencia irónica, en la original esto tuvo su zenit en la Iglesia Baptista de Kentucky, aquí se intenta y se da regocijo, pero no deslumbra como en la secuencia aludida. Hay escenas se disfrutan de forma placentera como la que da inicio con la lucha en el taxi por Londres, donde la gravedad parece excluida, pero como si en un no saber dónde está el límite, desbordan el buen gusto con una persecución con cañones y ametralladoras que parecen salidos de un comic manga que nos sacan y aplanan por el tsunami de CGI.

En este universo particular de lo desfasado hay lugar para todo tipo de elementos pulp-toon: Perros robot, brazos mecánicos con inteligencia artificial, trituradoras que al picar a humanos no salpican sangre (muy higiénico), tatuajes hechos con oro, hamburguesas con carne humana que hay que degustar a modo de ritual de iniciación, lazos de cowboy láser, jaulas para drogadictos que se apilan en estadios de futbol, ejército infinito de drones, y hasta un payasesco Elton John. Ello en un totum revolutum desigual pero en sus picos solaz.

Reseñable es el modo de encarar la contraparte americana de los Kingsman, estos elegantes y sofisticados en su ademanes y vestimentas, los USA vestidos de cowboys (jeans, cazadora vaquera, sobrero texano, botas,…), los british con nombres de postín pertenecientes al imaginario artúrico, los USA poseen nombres más mundanos con claros tientes alcohólicos (Tequila para Tatum; Ginger Ale para Berry; Whisky para Pascal; y Champagne para Bridges).

El humor soez de tintes gruesos que en la primera tenían su culmen misógino en el ofrecimiento de sexo anal de una chica (la princesa sueca ahora elevada a personaje mayor) si la liberaban, aquí reflejado en una escena grimante, incómoda, por supuesto me refiero a la “misión” de Eggsy de “introducir” a una chica un dispositivo de rastreo en la vagina, alarde de no tener medida, aparte de resultar metida con calzador, pues porque no introducen el gps con una aguja, o se lo dan en una bebida? Entonces se les acaba el humor inteligente (ataque de cinismo). Lo de la charla previa del protagonista con su novia es entre penosa y esperpéntica; Tampoco suma el querer explicarse una y otra vez lo que sucede cuando para más inri todo es un absurdo, y cuanto más intenta dar coherencia narrativa más se emponzoña; Su metraje es un lastre resta fluidez y añade picos de sierra arrítmicos, con tramos insustanciales solo denotan capacidad de f/x por ordenador, ejemplo es el tramo e las nevadas montañas, con esa rimbombante escena con el teleférico, epítome de la nadería henchida de vacío de tensión, propia de los dibujos animados (mención especial al modo tan sencillo en que se hacen con el antídoto).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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