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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Terror. Thriller. Aventuras. Intriga El conde Zaroff es un loco millonario que vive en una isla solitaria y se dedica a cazar a los náufragos como si fueran animales. (FILMAFFINITY)
22 de octubre de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
286/15(16/10/23) Entretenido thriller que tiene más de 9 décadas a sus espaldas, se le notan los lustros a sus espaldas, tiene muchas carencias, sus decorados resultan vistos hoy día muy cantarines en que son platós (aun con su vistosidad creando acantilados, ríos, un pantano, una cascada y senderos sinuosos a través de una jungla densa , aunque todo brillando en su artificiosidad), las coreografías de las pelas son muy pobres, la acción resulta escasa, y aun así es apreciable en su original propuesta, cazador sádico captura y juega con sus presas humanas a la supervivencia, tantas veces versionada en el cine y tv (“Huida hacia el sol” de 1956, “Octopussy” de 1983, “El hombre de la pistola de oro” de 1974, “Depredador” de 1987, “Run for the Sun”, “A Game of Death”, “The Naked Prey”, "The Woman Hunt", "Surviving the Game", "The Running Man", "Enemy of the State" e incluso "The Hunger Games"). Aunque es sacada del cuento de 1924 de Richard Connell “The Most Dangerous Game” (primera adaptación), para un relato con muchos paralelismos con la obra maestra “King Kong” (1933), empezando por el director Ernest B. Schoedsack, al que acompaña en esta labor haciendo tándem Irving Pichel, el guión es de guión de James Ashmore Creelman, mismo que la referenciada, continuando porque cuatro de los intérpretes actúan en los dos films (destacando la Scream Queen Fay Wray, los otros tres Robert Armstrong , James Flavin y Noble Johnson), se rodó en los mismos decorados (los que dan vida a la Skull Island), y la historia tiene muchas similitudes, con ese barco que llega (en este caso naufragando) a una misteriosa isla tropical, donde hay un gran depredador, en este caso alguien menos empático que el gran gorila, es un mefistofélico humano, encarnado por un grandioso Leslie Banks, creando a un villano prototípico, de porte aristocrático, con su perilla, sofisticado, ingenioso, sutil, y en el fondo un sádico, sirviéndose de su parálisis de la mitad izquierda de su rostro por las heridas tras su participación en la Gran Guerra Mundial, que la cámara aprovecha para proyectar la asimetría de su faz cual vestigios de su monstruo interior, siendo gran influencia para malos malísimos posteriores.

Un yate de lujo navega por un canal frente a la costa noreste de América del Sur. Entre los pasajeros se encuentra el autor y cazador de caza mayor Robert "Bob" Rainsford (Joel McRea). Al hablar del deporte con otros pasajeros, se le pregunta a Bob si intercambiaría lugares con los animales que caza. Después de que el propietario del yate ignora las preocupaciones del capitán acerca de que las luces del canal no coinciden con las cartas, el barco encalla, se llena de agua y explota. Al final, Bob es el único superviviente, capaz de nadar hasta la orilla hasta una pequeña isla cercana. Se da cuenta de que las luces del canal frente a la costa cambian y sospecha que el barco fue desviado deliberadamente de su rumbo hacia su perdición. Bob se topa con un castillo donde se convierte en huésped del conde ruso expatriado Zaroff, un compañero entusiasta de la caza, que está familiarizado con Bob y sus escritos. Zaroff dice que otros cuatro supervivientes de un naufragio anterior también son sus invitados: Eve Trowbridge (Fay wray), su hermano alcohólico Martin (Robert Armstrong) y dos marineros.

Film que mezcla aventuras, terror, goticismo, y reflexión sobre la violencia, ello en un ritmo trepidante auspiciado por su breve metraje de 63 minutillos. Sabe crear en su escaso tiempo un clima malsano, denso de respirar. Primero estamos en un barco de recreo con unos cazadores hedonistas, con la presentación de premisa de la idea filosofada en el barco, entrando en la contradicción de la civilización el salvajismo, un hombre de la selva es considerado un salvaje por matar, un hombre civilizado puede hacerlo aceptablemente por deporte. El protagonista de modo arrogante comenta que también será deporte para las potenciales presas. Entonces le cuestionan sobre si en una cacería se cambiaría por un tigre, y no responde. Y acto seguido el naufragio, con los escasos medios resulta muy bien rodada, con espectacular toma submarina (tengamos en cuenta el tiempo) de los tiburones acechando y cazando a los naufragados, luego la llegada del naufrago al enigmático castillo en medio de la jungla, para ir luego goteando la información sobre las intenciones del anfitrión, hasta la catarsis de la sala de trofeos (humanos- –la primera versión del filme contenía alrededor de diez minutos de presentación de esta sala de trofeos, combinando cabezas con la historia de cómo habían terminado muriendo cada una de sus dueños a manos de Zaroff; terminó eliminándose del metraje final por los malos resultados que dio en los pases previos; hubo gente que se marchó de la sala por lo desagradable de la escena). En realidad, la acción se cuece a fuego lento, pues tarda en aparecer, la tan esperada carrera por sobrevivir ocupa muy poco espacio en el metraje, y comienza la persecución por la selva. Todo derivando en un juego de supervivencia, de lo más simple, pero efectivo en la sensación claustrofóbica. Donde la presa debe intentar llegar a la hora requerida vivo para ganar. Para ello creará algunas trampas (vistas hoy día de lo más simples, como una cuerda que al pisarla deja caer un tronco, o un agujero tapado con broza), la más cruenta por la forma en que es filmada es la de una lanza clavada en el suelo en forma oblicua, y cuando pasa uno de los secuaces del Conde con un perro rastreando a los perseguidos pues eso, viéndose el cuerpo retorcerse de modo desgarrador (sobre todo para el público de hace 90 años). Ello surtido por recursos estéticos que intentan hacernos partícipes de lo que vemos, con planos subjetivos, alternado con incisivos primeros planos para extraer lo mejor de las expresiones. Aunque en su debe hay que decir que el desenlace me resulta muy pobre. Para bien está el simbólico epílogo con un juego de planos ingenioso (spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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