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Voto de TOM REGAN:
7
7,9
11.422
Intriga. Drama
Tercer episodio de la tercera temporada de Sherlock. Un caso de cartas robadas conduce a Sherlock Holmes a un conflicto con Charles Augustus Magnussen, el Napoleón del chantaje, y el único hombre a quien realmente odia. ¿Pero cómo enfrentarse a un enemigo que conoce los secretos y los puntos débiles de todos los personajes de Occidente? (FILMAFFINITY)
14 de enero de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
10/10(10/01/24) Estimulante por lo juguetón este tercer y último capítulo de la tercera temporada de la estupenda serie creada por Steven Moffat para la BBC. La brillante actualización de las aventuras del mítico detective residente en el londinense 221B de Baker St. Dirige Nick Hurran (especializado en tv con series como “Dr. Who” o “Minority Report”, dirigió en la serie además de este, el segundo de la cuarta temporada, “The Lying Detective”), y escribe Moffat un enrevesado guion juega con la percepción del espectador, y como referente de que todos hemos visto los capítulos anteriores realiza varias piruetas narrativas un tanto inverosímiles ansiando sorprender al espectador, unas con mayor éxito que otras, en conjunto un placer el acompañar a la pareja Holmes & Watson en esta laberíntica propuesta, donde sobre todo destaca el formidable duelo de inteligencias entre Holmes y el villano encarnado por un gran Lars Mikkelsen, genio del crimen. Llamado ‘El Napoleón del chantaje’, en claro reflejo del ‘Napoleón del crimen’ que era con Doyle el gran Profesor Moriarty Siendo. Historia adaptación contemporánea del cuento de Sir Arthur Conan Doyle "La aventura de Charles Augustus Milverton", con otros muchos guiños a otros relatos de Doyle, jugando con lo mordaz, lo divertido, mostrando un mundo elitista de inteligencia suprema, dónde los palacios mentales son el epítome. Aquí Sherlock ha dado el salto (discutible) de resolver casos particulares a cuál James Bond querer salvar el Mundo. Episodio que toca temas como el peso del pasado, la capacidad de redención, los sacrificios por un bien mayor, o la importancia de la información como arma poderosa.
Tiene un prólogo brillante, con presentación de un villano sofisticado, seguro de sí mismo, Charles Augustus Magnussen, domina la situación cual Terminator indaga en debilidades humanas de sus interpeladores, hasta derivar todo en el encuentro con Lady Elizabeth Smallwood [Lindsay Duncan], a la que humilla con su información chantajeadora, hasta acabar en modo villano viscoso lamiendo literalmente el rostro de la mujer. Tras ello saltamos, con guiño a la ‘sherlockiana’ “La aventura del hombre del labio torcido”, Watson es conminado a buscar al esposo drogadicto de una vecina, adentrándose en un edificio abandonado utilizado por toxicómanos para sus chutes, tras un violento encuentro con el ‘gerente’ haya al marido tirado en el suelo drogado, cuando intenta incorporarlo, alguien tras él dice su nombre, se da la vuelta y es Sherlock Holmes, le dice a Watson está en misión secreta, pero no lo cree y lo saca de allí. Tras esto Sherlock se pasa a ‘visitar’ a la forense Molly Hooper (dulce Louise Brealey), está enamorada platónicamente de Sherlock, y al que abofetea de modo sádico (¿?). Luego descubrimos que Sherlock tiene ahora novia, es Janine (Yasmine Akram), hermosa morenaza (apareció en la boda de Watson) deja en estado de shock a Watson, por considerar asexual a su amigo. Luego nos enteramos (ello con el espíritu de las novelas ‘doylenianas’) todo es por interés (la crueldad humana seca de Sherlock se expone en su esplendor engañando a Janine), e incide en las debilidades humanas, ello expuesto con gran sentido del humor. Muy jocoso cuando Sherlock cuenta a Watson el plan de infiltración en la ‘guarida’ del malo (por encargo de Lady Elizabeth Smallwood), y este solo le hace preguntas sobre Janine. Y cuando sorprende a Watson sacando un anillo de compromiso a través de un video-comunicador.
Escena estimulante cuando un personaje importante es descubierto amenazando con un arma a Magnussen de rodillas. Este apunta también a Sherlock, y sorpresivamente le dispara (cuando terminas sabiendo las motivaciones te das cuenta de lo ridículo que es). Pero lo punzante viene después, cuando Sherlock analiza alargando el instante del disparo, todas las posibilidades en su ‘Palacio Mental’ para no desangrase, extraordinario todo el montaje de esto que temporalmente sería un flash. Apareciendo diferentes personas por el flash para ofrecerle salidas, como Molly, Moriarty y hasta Moriarty. Hay otra ingeniosa escena, maravillosamente editada y filmada, como es cuando Sherlock se cita con la persona que le dispara tras una fachada de edificio falso, quedando ambos en un estrecho y semioscuro pasillo, donde Sherlock juega a los trampantojos de modo perspicaz.
Tenemos un navideño tramo en casa de los padres de Sherlock y Mycroft, todo pasado por el tapiz del enrevesado guionista, especial atención al invitado yonki (Bill Wiggins al que da vida un buen Bill Brooke) que no parece creer demasiado en el espíritu de estos días. Con conversaciones de calado entre los hermanos (gracioso cuando la madre los descubre fumando a ambos, y ambos esconden el cigarro negándolo, haciéndonos ver son más parecidos de lo que parecen). Con otro gran chiste cuando Sherlock pregunta a Watson si lleva una pistola y este le responde si ve normal que lleve una a una cena navideña en casa de sus padres? Sherlock le responde que si la lleva en el abrigo y Watson asiente.
Para desembocar todo en el clímax en Appeldore, modernista hogar-fortaleza de Magnussen. Donde Sherlock se sentirá arrastrado por el ingenio y malicia del magnate de los medios. Queda patente Sherlock no es tan sociópata como intenta aparentar, como bien le dice Magnussen, tiene sus debilidades. Al final la revelación de la ‘bóveda’ me ha despertado sentimientos encontrados, si no lo piensas es formidable para emparentar a los antagonistas, pero en cuanto lo analizas hace más aguas que el Titanic. Para desembocar en una acción de Sherlock queriendo se sorpresiva queda como pegote no cuadro lo más mínimo con el carácter ingenioso del detective.
Tiene un prólogo brillante, con presentación de un villano sofisticado, seguro de sí mismo, Charles Augustus Magnussen, domina la situación cual Terminator indaga en debilidades humanas de sus interpeladores, hasta derivar todo en el encuentro con Lady Elizabeth Smallwood [Lindsay Duncan], a la que humilla con su información chantajeadora, hasta acabar en modo villano viscoso lamiendo literalmente el rostro de la mujer. Tras ello saltamos, con guiño a la ‘sherlockiana’ “La aventura del hombre del labio torcido”, Watson es conminado a buscar al esposo drogadicto de una vecina, adentrándose en un edificio abandonado utilizado por toxicómanos para sus chutes, tras un violento encuentro con el ‘gerente’ haya al marido tirado en el suelo drogado, cuando intenta incorporarlo, alguien tras él dice su nombre, se da la vuelta y es Sherlock Holmes, le dice a Watson está en misión secreta, pero no lo cree y lo saca de allí. Tras esto Sherlock se pasa a ‘visitar’ a la forense Molly Hooper (dulce Louise Brealey), está enamorada platónicamente de Sherlock, y al que abofetea de modo sádico (¿?). Luego descubrimos que Sherlock tiene ahora novia, es Janine (Yasmine Akram), hermosa morenaza (apareció en la boda de Watson) deja en estado de shock a Watson, por considerar asexual a su amigo. Luego nos enteramos (ello con el espíritu de las novelas ‘doylenianas’) todo es por interés (la crueldad humana seca de Sherlock se expone en su esplendor engañando a Janine), e incide en las debilidades humanas, ello expuesto con gran sentido del humor. Muy jocoso cuando Sherlock cuenta a Watson el plan de infiltración en la ‘guarida’ del malo (por encargo de Lady Elizabeth Smallwood), y este solo le hace preguntas sobre Janine. Y cuando sorprende a Watson sacando un anillo de compromiso a través de un video-comunicador.
Escena estimulante cuando un personaje importante es descubierto amenazando con un arma a Magnussen de rodillas. Este apunta también a Sherlock, y sorpresivamente le dispara (cuando terminas sabiendo las motivaciones te das cuenta de lo ridículo que es). Pero lo punzante viene después, cuando Sherlock analiza alargando el instante del disparo, todas las posibilidades en su ‘Palacio Mental’ para no desangrase, extraordinario todo el montaje de esto que temporalmente sería un flash. Apareciendo diferentes personas por el flash para ofrecerle salidas, como Molly, Moriarty y hasta Moriarty. Hay otra ingeniosa escena, maravillosamente editada y filmada, como es cuando Sherlock se cita con la persona que le dispara tras una fachada de edificio falso, quedando ambos en un estrecho y semioscuro pasillo, donde Sherlock juega a los trampantojos de modo perspicaz.
Tenemos un navideño tramo en casa de los padres de Sherlock y Mycroft, todo pasado por el tapiz del enrevesado guionista, especial atención al invitado yonki (Bill Wiggins al que da vida un buen Bill Brooke) que no parece creer demasiado en el espíritu de estos días. Con conversaciones de calado entre los hermanos (gracioso cuando la madre los descubre fumando a ambos, y ambos esconden el cigarro negándolo, haciéndonos ver son más parecidos de lo que parecen). Con otro gran chiste cuando Sherlock pregunta a Watson si lleva una pistola y este le responde si ve normal que lleve una a una cena navideña en casa de sus padres? Sherlock le responde que si la lleva en el abrigo y Watson asiente.
Para desembocar todo en el clímax en Appeldore, modernista hogar-fortaleza de Magnussen. Donde Sherlock se sentirá arrastrado por el ingenio y malicia del magnate de los medios. Queda patente Sherlock no es tan sociópata como intenta aparentar, como bien le dice Magnussen, tiene sus debilidades. Al final la revelación de la ‘bóveda’ me ha despertado sentimientos encontrados, si no lo piensas es formidable para emparentar a los antagonistas, pero en cuanto lo analizas hace más aguas que el Titanic. Para desembocar en una acción de Sherlock queriendo se sorpresiva queda como pegote no cuadro lo más mínimo con el carácter ingenioso del detective.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Es un capítulo donde Moffat nos vuelve a regalar múltiples giros para impactar al espectador, marca de la casa, como la novia de Sherlock, la aparición de la persona (Liar, liar, liar,…) que apunta a Magnussen, la forma de acabar la comida navideña, por supuesto la ‘bóveda’ de los secretos de Magnusssen, e incluso hay un cliffhanger jocosos entre créditos.
La pareja protagonista Benedict Cumberbatch y Martin Freeman, como la legendaria pareja de detectives, vuelven a bordarlo, la química entre ambos fluye de forma natural, su compenetración se proyecta al espectador con naturalidad. Cumberbatch mimetizado con el personaje le impregna de frialdad, temple, rigidez, astucia, labia proverbial, te lo crees que siempre vaya varios pasos por delante, su arrogancia es notoria, mezclada en esta ocasión cierto grado de fragilidad ante su némesis; Watson es el Sancho Panza de la pareja, la voz de la razón humana, los sentimientos le faltan a Sherlock, esta vez con esposa, tiene escenas de amor puro con Abbington; Se lleva la palma es el danés Lars Mikkelsen (“Borgen y “The Killing”), un héroe se eleva si su antagonista es grande y este lo es con su ingenio y altivez, con elegancia epicúrea mezcla con exquisitas dosis de sadismo, micro (el lametazo, o los golpes de dedo en el rostro y ojos), actuación bañada de gran carisma, ser serpentil que se mueve y habla como un reptil buscando las fragilidades humanas, y se solaza al hallarlas, chispas constantes en sus duelos con Sherlock.
En la puesta en escena destaca por su gran gusto estético, luminosa fotografía de Neville Kidd (“Outlander” o “Altered Carbon”), tomas de grúa, dron, circulares, todo un alarde de recursos puestos al servicio de la intensidad dramática, ello en miscelánea con la vigorosa edición de Yan Miles (“Hermanos de Sangre” o “Juego de Tronos”), dotan de vibrante sentido visual al trepidante desarrollo. Y todo salteado por la pegadiza música de Michael Price y David Arnold.
Spoiler:
Lo de que Mary sea agente asesino de la CIA me ha resultado forzado, no hay asideros, y más cuando Sherlock le remarca que es su sino sentirse atraído por este tipo de personas, pero si Mary no había dado signo alguno de ello! Pero además el juego de inteligencias se llevan con el disparo que recibe Sherlock es de aurora boreal. Mary no quiere matarlo pero le dispara, mande? Si no lo mata sabe cantará, y si quiere darle un aviso, no hay mejores formas? Esto me ha sido cogido con pinzas muy livianas.
Que al final la bóveda de los secretos sea la mente de Magnussen, y con ello veamos su Palacio Mental, en claro reflejo del duelo de mentes Sherlock-Magnussen. Resulta atractivo sobre el papel, alguien tan poderoso mentalmente como para acumular información en su cerebro cual disco duro infinito. Pero en realidad tiene más agujeros que el coche de Sony Corleone. Estos datos detenta se suponen son para chantajear a víctimas propiciatorias. Si no tienes pruebas físicas como puedes mantener la versión de lo que sabes, sería la palabra de uno contra la del otro. Pensar en esto es de traca, el tener miedo a que alguien diga algo en su medio de comunicación que no lo sostenga con algo tangible, sería demandado y perdería.
Lo de que al final Sherlock ante no poder vencer a su enemigo decida pegarle un tiro me ha resultado muy fuera de lugar, impropio del sofisticado detective, este no0 puede ser el comportamiento de alguien metódico, actuar como vengador estilo Charles Bronson me ha sido grotesco, me ha chirriado más que el tren sobre rio Kwai descarrilando. Para colmo este ‘pecadillo’ venial de ser un frio asesino se le perdona en un apresurado rush final con excusas peregrinas, venga ya!
Buen final de temporada, aunque algo pretencioso en varios aspectos que la hacen restar, pero como entrenamiento cumplen con creces si no piensas mucho en sus lagunas. Gloria Ucrania!!!
Para leer más sobre este capítulo ir a: https://tomregan.blogspot.com/2024/01/sherlock-su-ultimo-voto-estimulante-por.html
La pareja protagonista Benedict Cumberbatch y Martin Freeman, como la legendaria pareja de detectives, vuelven a bordarlo, la química entre ambos fluye de forma natural, su compenetración se proyecta al espectador con naturalidad. Cumberbatch mimetizado con el personaje le impregna de frialdad, temple, rigidez, astucia, labia proverbial, te lo crees que siempre vaya varios pasos por delante, su arrogancia es notoria, mezclada en esta ocasión cierto grado de fragilidad ante su némesis; Watson es el Sancho Panza de la pareja, la voz de la razón humana, los sentimientos le faltan a Sherlock, esta vez con esposa, tiene escenas de amor puro con Abbington; Se lleva la palma es el danés Lars Mikkelsen (“Borgen y “The Killing”), un héroe se eleva si su antagonista es grande y este lo es con su ingenio y altivez, con elegancia epicúrea mezcla con exquisitas dosis de sadismo, micro (el lametazo, o los golpes de dedo en el rostro y ojos), actuación bañada de gran carisma, ser serpentil que se mueve y habla como un reptil buscando las fragilidades humanas, y se solaza al hallarlas, chispas constantes en sus duelos con Sherlock.
En la puesta en escena destaca por su gran gusto estético, luminosa fotografía de Neville Kidd (“Outlander” o “Altered Carbon”), tomas de grúa, dron, circulares, todo un alarde de recursos puestos al servicio de la intensidad dramática, ello en miscelánea con la vigorosa edición de Yan Miles (“Hermanos de Sangre” o “Juego de Tronos”), dotan de vibrante sentido visual al trepidante desarrollo. Y todo salteado por la pegadiza música de Michael Price y David Arnold.
Spoiler:
Lo de que Mary sea agente asesino de la CIA me ha resultado forzado, no hay asideros, y más cuando Sherlock le remarca que es su sino sentirse atraído por este tipo de personas, pero si Mary no había dado signo alguno de ello! Pero además el juego de inteligencias se llevan con el disparo que recibe Sherlock es de aurora boreal. Mary no quiere matarlo pero le dispara, mande? Si no lo mata sabe cantará, y si quiere darle un aviso, no hay mejores formas? Esto me ha sido cogido con pinzas muy livianas.
Que al final la bóveda de los secretos sea la mente de Magnussen, y con ello veamos su Palacio Mental, en claro reflejo del duelo de mentes Sherlock-Magnussen. Resulta atractivo sobre el papel, alguien tan poderoso mentalmente como para acumular información en su cerebro cual disco duro infinito. Pero en realidad tiene más agujeros que el coche de Sony Corleone. Estos datos detenta se suponen son para chantajear a víctimas propiciatorias. Si no tienes pruebas físicas como puedes mantener la versión de lo que sabes, sería la palabra de uno contra la del otro. Pensar en esto es de traca, el tener miedo a que alguien diga algo en su medio de comunicación que no lo sostenga con algo tangible, sería demandado y perdería.
Lo de que al final Sherlock ante no poder vencer a su enemigo decida pegarle un tiro me ha resultado muy fuera de lugar, impropio del sofisticado detective, este no0 puede ser el comportamiento de alguien metódico, actuar como vengador estilo Charles Bronson me ha sido grotesco, me ha chirriado más que el tren sobre rio Kwai descarrilando. Para colmo este ‘pecadillo’ venial de ser un frio asesino se le perdona en un apresurado rush final con excusas peregrinas, venga ya!
Buen final de temporada, aunque algo pretencioso en varios aspectos que la hacen restar, pero como entrenamiento cumplen con creces si no piensas mucho en sus lagunas. Gloria Ucrania!!!
Para leer más sobre este capítulo ir a: https://tomregan.blogspot.com/2024/01/sherlock-su-ultimo-voto-estimulante-por.html