Media votos
6,5
Votos
5.748
Críticas
5.249
Listas
10
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de TOM REGAN:
9
8,0
2.986
Drama. Bélico
El golpe de estado del 18 Brumario de 1799, que significó el fin de la Revolución Francesa, puso el poder en manos de Bonaparte, el más prestigioso de los generales franceses, sobre todo después de sus brillantes campañas en Italia y en Egipto. Desde 1799, Napoleón no sólo fomentó la difusión de las ideas revolucionarias, sino que, además, se lanzó a la conquista de Europa. En 1804 se autoproclamó emperador de Francia con el nombre de ... [+]
13 de junio de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
97/05(10/06/15) El 7 de abril de 1927 en el Palacio Garnier se estrenó uno de los grandes films épicos del cine mudo, una muy influyente obra, el galo Abel Gance lo realiza con multitud de innovaciones, experimenta con diferentes elementos, para recrear una biografía cercana a la hagiografía, retrata a Napoleón como un Elegido, un Mesías, un Salvador, predestinado a convertirse en leyenda. Del film hay unas 19 versiones diferentes, la que comento es una restaurada por el afamado historiador de cine silente Kevin Brownlow en 1983, de 313 minutos, le llevó 20 años de trabajo. Es un proyecto inacabado de Abel Gance, la plata se le acabó y no pudo completar su visión, quedándose a medio camino, fuera quedan del relato la batalla mítica de Austerlitz (en 1960 Gance retomó la idea para un film homónimo), la retirada en Borodino, la isla de Elba, la batalla de Waterloo, o su muerte en isla de Santa Elena, su versión original duraba 9 horas y 22 minutos, Abel vendió la parte final al director rumano Lupu Pick, que la plasmó en 1929 en una cinta, “Napoleón en Santa Elena”. Gance pretendía fueran 6 films sobre Napoleón, toda su trayectoria. Esta sigue la vida del corso Napoleón Bonaparte desde su niñez (Vladimir Roudenko) con 10 años en el Brieen College (escuela militar), pasando cronológicamente por episodios cruciales en su vida ya de mayor (Albert Dieudonné), hasta su gran victoria en los lapes italianos.
Con guión del propio Abel Gance, realiza una megalomaniaca obra, estructurada en modo episódico, con continuas elipsis temporales, se narra cómo se gesta la ascética e hierática personalidad del héroe, desde su niñez, primeras audacias militares, hasta que toma relevancia, se nos muestra como un tipo con un enfoque cuasi-divino, autoconsciente de su homérico destino, salpicado por las intrigas y purgas revolucionarias, cuando obtiene sus primeras victorias comienza a tener muchos seguidores, a la vez que hay mandamases celosos de su aura de salvapatrias, aquí el enemigo son los tejemanejes en la trastienda revolucionaria, asimismo asistimos a su prácticamente único rasgo humanizable, su romance con Josephine, se denota frágil ante este amor con tintes juveniles. La figura de Napoleón se exalta hasta niveles Divinos, como si él desde niño supiera de su futuro Imperial, a esto se añade su taciturna personalidad, no tiene amigos, solo fieles, mucha gente que lo ve queda en trance ante su presencia, como si vieran su aura santa, en este sentido que nadie espere fisuras o un análisis crítico mínimo de Napoleón, es una hagiografía, con todo lo que esto conlleva, incluso vemos a gente que tiene iconografía suya en un altar al que rezan. Asimismo Gance sabe gotear su obra con desengrasantes notas de humor, ejemplo el fortachón en la Asamblea de Cordeliers que no sabe cómo poner el papel del himno para leerlo, principalmente porque es analfabeto, o el niño que sigue a la tropa francesa.
El realizador te atrapa desde su potente inicio, con la alegórica batalla de bolas de nieve, un alarde visual con bolas de nieve rebotando a cámara (precursor de las salpicaduras de sangre en la misma), en pocos minutos y con agilidad soberbia queda patente la personalidad del protagonista, frío, calculador, inteligente, valiente, teniendo que luchar en inferioridad y sobreponiéndose a las dificultades. Vemos su carácter asocial y solitario, acabando este tramo escolar con una escena magna, su reflejo en un águila, imagen de Napoleón tumbado sobre un cañón y el águila posándose junto a él. Con esto ya tiene ganado al espectador más exigente. Sigue una elipsis de 9 años, llegamos a uno de los momentos cumbres del cine mudo, 12 minutos Antológicos, el himno de “La Marsellesa” eclosiona como símbolo de la Revolución, en el abarrotado Club de los Revolucionarios de los Cordeliers (Convento Franciscano de los Corderos en París), narrado visualmente en un increscendo emocional sublime, el joven capitán del ejército galo, Claude Joseph Rouget de Lisle (Harry Krimer), es el autor, enardece a las masas con su épico tema, con el broche de la presentación del Napoleón de adulto, un tipo de espaldas con un tricornio, con el himno en sus manos, Rouget pasa a su lado, el tipo lo coge del brazo, la cámara hace un egregio primer plano del perfil, y le dice al compositor <Os lo agradezco en nombre de Francia (erigiéndose en la nación). Señor, vuestro himno salvará a muchos>, a lo que Rouget responde <Gracias lugarteniente. Dime tu nombre para que pueda recordarlo>, responde <Napoleón Bonaparte>, presentación fascinante. El historiador de cine Kevin Brownlow dijo en 1983 <Era audacia de Gance hacer de una canción el punto culminante de un cine mudo!>.
Hay tiempo para hacer un vivaz fresco de la Revolución de Francia, no de su origen, esto se obvia, sino de cómo se desarrolló, cómo se gestó “La Marsellesa” como himno nacional, de sus luchas intestinas, el Terror, con al protagonista Guillotina en la Plaza de la Concordia, las muertes arbitrarias, las paranoias, la demagogia en la Asamblea, los celos y resquemores entre los ideólogos, Robespierre, Danton o Marat y de cómo estos fueron devorados por la Bestia incontrolable que habían creado.
Film precursor y pionero en múltiples experimentos técnicos que derivan en atrapar al espectador por su potente simbolismo, juega con sobreimpresiones para simbolizar sueños o anhelos, en una escena coloca una cámara en un caballo (antecedente de la steady cam que popularizó Kubrick), el de Napoleón, para emitirnos su ímpetu y energía, hay varios fundidos para enfatizar la importancia de lo que ocurre, cortes abruptos (algo anteriormente tocado por Gance en “La rueda”), vibrantes planos subjetivos para meternos en la piel del protagonista, se introduce la cámara bajo agua, hay tomas caleidoscópicas, cuelga la cámara para que cuál péndulo oscile entre una masa de gente, incluso juega con teñir las escenas de diferente color con el fin de transmitir estados de ánimo. (sigue en spoiler)
Con guión del propio Abel Gance, realiza una megalomaniaca obra, estructurada en modo episódico, con continuas elipsis temporales, se narra cómo se gesta la ascética e hierática personalidad del héroe, desde su niñez, primeras audacias militares, hasta que toma relevancia, se nos muestra como un tipo con un enfoque cuasi-divino, autoconsciente de su homérico destino, salpicado por las intrigas y purgas revolucionarias, cuando obtiene sus primeras victorias comienza a tener muchos seguidores, a la vez que hay mandamases celosos de su aura de salvapatrias, aquí el enemigo son los tejemanejes en la trastienda revolucionaria, asimismo asistimos a su prácticamente único rasgo humanizable, su romance con Josephine, se denota frágil ante este amor con tintes juveniles. La figura de Napoleón se exalta hasta niveles Divinos, como si él desde niño supiera de su futuro Imperial, a esto se añade su taciturna personalidad, no tiene amigos, solo fieles, mucha gente que lo ve queda en trance ante su presencia, como si vieran su aura santa, en este sentido que nadie espere fisuras o un análisis crítico mínimo de Napoleón, es una hagiografía, con todo lo que esto conlleva, incluso vemos a gente que tiene iconografía suya en un altar al que rezan. Asimismo Gance sabe gotear su obra con desengrasantes notas de humor, ejemplo el fortachón en la Asamblea de Cordeliers que no sabe cómo poner el papel del himno para leerlo, principalmente porque es analfabeto, o el niño que sigue a la tropa francesa.
El realizador te atrapa desde su potente inicio, con la alegórica batalla de bolas de nieve, un alarde visual con bolas de nieve rebotando a cámara (precursor de las salpicaduras de sangre en la misma), en pocos minutos y con agilidad soberbia queda patente la personalidad del protagonista, frío, calculador, inteligente, valiente, teniendo que luchar en inferioridad y sobreponiéndose a las dificultades. Vemos su carácter asocial y solitario, acabando este tramo escolar con una escena magna, su reflejo en un águila, imagen de Napoleón tumbado sobre un cañón y el águila posándose junto a él. Con esto ya tiene ganado al espectador más exigente. Sigue una elipsis de 9 años, llegamos a uno de los momentos cumbres del cine mudo, 12 minutos Antológicos, el himno de “La Marsellesa” eclosiona como símbolo de la Revolución, en el abarrotado Club de los Revolucionarios de los Cordeliers (Convento Franciscano de los Corderos en París), narrado visualmente en un increscendo emocional sublime, el joven capitán del ejército galo, Claude Joseph Rouget de Lisle (Harry Krimer), es el autor, enardece a las masas con su épico tema, con el broche de la presentación del Napoleón de adulto, un tipo de espaldas con un tricornio, con el himno en sus manos, Rouget pasa a su lado, el tipo lo coge del brazo, la cámara hace un egregio primer plano del perfil, y le dice al compositor <Os lo agradezco en nombre de Francia (erigiéndose en la nación). Señor, vuestro himno salvará a muchos>, a lo que Rouget responde <Gracias lugarteniente. Dime tu nombre para que pueda recordarlo>, responde <Napoleón Bonaparte>, presentación fascinante. El historiador de cine Kevin Brownlow dijo en 1983 <Era audacia de Gance hacer de una canción el punto culminante de un cine mudo!>.
Hay tiempo para hacer un vivaz fresco de la Revolución de Francia, no de su origen, esto se obvia, sino de cómo se desarrolló, cómo se gestó “La Marsellesa” como himno nacional, de sus luchas intestinas, el Terror, con al protagonista Guillotina en la Plaza de la Concordia, las muertes arbitrarias, las paranoias, la demagogia en la Asamblea, los celos y resquemores entre los ideólogos, Robespierre, Danton o Marat y de cómo estos fueron devorados por la Bestia incontrolable que habían creado.
Film precursor y pionero en múltiples experimentos técnicos que derivan en atrapar al espectador por su potente simbolismo, juega con sobreimpresiones para simbolizar sueños o anhelos, en una escena coloca una cámara en un caballo (antecedente de la steady cam que popularizó Kubrick), el de Napoleón, para emitirnos su ímpetu y energía, hay varios fundidos para enfatizar la importancia de lo que ocurre, cortes abruptos (algo anteriormente tocado por Gance en “La rueda”), vibrantes planos subjetivos para meternos en la piel del protagonista, se introduce la cámara bajo agua, hay tomas caleidoscópicas, cuelga la cámara para que cuál péndulo oscile entre una masa de gente, incluso juega con teñir las escenas de diferente color con el fin de transmitir estados de ánimo. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Lo más impactante sucede en el tramo final, en el clímax, espectacular innovación, el crítico de cine francés Émile Vuillermoz lo llamó Polyvision. El realizador quería dar broche espectacular y perenne en el espectador, pensaba que al filmar batalla muchos detalles quedan fuera de campo por culpa del estrecho margen de pantalla estándar, ideó para dar magnificencia a las imágenes rodar con tres cámaras a la vez, uno junto a la otra (cada una un sector distinto), en la mesa de montaje se unirían, ampliando el marco de visión horizontal en un tríptico, aspecto total de 4: 1 (3 x 1.33: 1), formato panorámico para dar esplendor al enardecido discurso de Napoleón, y a los movimientos de masas de la soldadesca, para dar relevancia mística a los nublados cielos, no se manejó este elemento durante todo el film por ser poco práctico y caro. Desgraciadamente cuando por mor de los distribuidores se recortó, la nueva versión sólo conservó la franja central con fin de permitir a la proyección en salas de cine de un solo proyector estándar. Siendo este elemento precursor del cinemascope que no nació hasta 1953. Una lástima esta Polyvision se pierde en la pantalla de tv.
La música original es de Arthur Honegger, Kevin Bronlow en su versión de 1980 coloca 2 diferentes músicas, una para UK de Carl Davis, la que yo he escuchado, apoteósica, con emotivos tonos épicos, puntuación basada en selecciones de música clásica; especialmente de la Sinfonía Heroica de Beethoven, admirador el compositor de Napoleón, que veía como libertador, y que había dedicado la sinfonía a Napoleón, agrega la melodía favorita de Napoleón, “Nina por Giovanni Paisiello”, “La Marsellesa” suena en otros tramos exaltados como en la onírica escena de la Asamblea a la que va Napoleón, está de gente, pero el héroe ve sobreimpresionados a los ideólogos, y suena el himno como exaltación patriótica, Davis fue asistido por David Gill y Liz Sutherland. La versión USA es obra de Carmine Coppola, las dos (Davis y Coppola) incorporan temas revolucionarios franceses, fueron " Ah! ça ira" y "La Carmagnole".
Napoleón: <Imposible no es una palabra francesa>; <A partir de este momento, yo soy la Revolución>.
Vladimir Roudenko como Napoleón de niño emite increíble majestuosidad, derrocha carácter y fuerte personalidad apoyada en una pose introspectiva de gran mundo interior. Albert Dieudonné (director y escritor de cine, además de poeta) encarna con formas divinas al héroe corso, impertérrito, lacónico, seguro de sí mismo, carismático, orgulloso, soberbio, sin aristas, sin vacilaciones, sin dudas morales, recto, inquebrantable, serio, adusto, de mirada penetrante, frío, el poder de su actuación es cuasi-hipnótico, me chirría el tramo de su romance con Josephine, seabre una grieta en su figura, me queda forzado su enamoramiento juvenil en alguien tan duro, se dice llegó a creerse tanto el papel que llegó a bordear la locura. Gina Manes como Josephine, resulta muy bella, pero me resulta estridente su presencia, su relación con Napoleón. Alexandre Koubitzky como Danton resulta impresionante derrochando fuerza inusitada, con enorme vigor y energía. Edmond Van Daele como Robespierre es una presencia turbadora, desborda astucia, inteligencia, maquiavelismo,...maravilloso. Antonin Artaud como Marat es reflejado como un ser traicionero, vil, despiadado, excelente actuación. Abel Gance se reserva un pequeño rol como Louis de Saint-Just, uno de los líderes revolucionarios llamado “El Arcángel del Terror”.
Encuadrándola en su contexto, poniendo el modo antropológico cinéfilo estamos ante una de las más grandes películas del cine mudo, con momentos deslumbrantes, pionera en técnicas nunca antes vistas, un hito incomprendido en su momento, un film adelantado a su tiempo. Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, para ver íntegra ir a: http://tomregan.blogspot.com/2015/06/napoleon.html
La música original es de Arthur Honegger, Kevin Bronlow en su versión de 1980 coloca 2 diferentes músicas, una para UK de Carl Davis, la que yo he escuchado, apoteósica, con emotivos tonos épicos, puntuación basada en selecciones de música clásica; especialmente de la Sinfonía Heroica de Beethoven, admirador el compositor de Napoleón, que veía como libertador, y que había dedicado la sinfonía a Napoleón, agrega la melodía favorita de Napoleón, “Nina por Giovanni Paisiello”, “La Marsellesa” suena en otros tramos exaltados como en la onírica escena de la Asamblea a la que va Napoleón, está de gente, pero el héroe ve sobreimpresionados a los ideólogos, y suena el himno como exaltación patriótica, Davis fue asistido por David Gill y Liz Sutherland. La versión USA es obra de Carmine Coppola, las dos (Davis y Coppola) incorporan temas revolucionarios franceses, fueron " Ah! ça ira" y "La Carmagnole".
Napoleón: <Imposible no es una palabra francesa>; <A partir de este momento, yo soy la Revolución>.
Vladimir Roudenko como Napoleón de niño emite increíble majestuosidad, derrocha carácter y fuerte personalidad apoyada en una pose introspectiva de gran mundo interior. Albert Dieudonné (director y escritor de cine, además de poeta) encarna con formas divinas al héroe corso, impertérrito, lacónico, seguro de sí mismo, carismático, orgulloso, soberbio, sin aristas, sin vacilaciones, sin dudas morales, recto, inquebrantable, serio, adusto, de mirada penetrante, frío, el poder de su actuación es cuasi-hipnótico, me chirría el tramo de su romance con Josephine, seabre una grieta en su figura, me queda forzado su enamoramiento juvenil en alguien tan duro, se dice llegó a creerse tanto el papel que llegó a bordear la locura. Gina Manes como Josephine, resulta muy bella, pero me resulta estridente su presencia, su relación con Napoleón. Alexandre Koubitzky como Danton resulta impresionante derrochando fuerza inusitada, con enorme vigor y energía. Edmond Van Daele como Robespierre es una presencia turbadora, desborda astucia, inteligencia, maquiavelismo,...maravilloso. Antonin Artaud como Marat es reflejado como un ser traicionero, vil, despiadado, excelente actuación. Abel Gance se reserva un pequeño rol como Louis de Saint-Just, uno de los líderes revolucionarios llamado “El Arcángel del Terror”.
Encuadrándola en su contexto, poniendo el modo antropológico cinéfilo estamos ante una de las más grandes películas del cine mudo, con momentos deslumbrantes, pionera en técnicas nunca antes vistas, un hito incomprendido en su momento, un film adelantado a su tiempo. Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, para ver íntegra ir a: http://tomregan.blogspot.com/2015/06/napoleon.html