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Voto de TOM REGAN:
7
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2.289
Western. Aventuras
Travis y Sandy, dos jóvenes tratantes de caballos, aceptan la oferta de guiar a un grupo de mormones que se dirigen a California para cultivar las fértiles tierras del valle del río San Juan. En medio de las dificultades del viaje se encuentran con un trío de artistas ambulantes que siguen su mismo camino: se trata de una pareja madura y la joven Denver, de quien Travis se enamora. Pero su encuentro con los Clegg, unos forajidos a los ... [+]
23 de abril de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
102/22(19/04/20) Western menor del gran John Ford (producido y dirigido), pero a su vez a reivindicar en su frescura proyectiva de vitalismo y esperanza en un mañana mejor. La idea de la historia para “Wagon Master” surgió mientras Ford dirigía “She Wore a Yellow Ribbon” (1949) en el sur de Utah. Patrick Ford, guionista e hijo de Ford, aprendió la historia de la expedición Mormon Hole in the Rock (1879-1880) de algunos jinetes mormones locales. Ford desarrolló una historia libremente basada en la expedición histórica. Era inusual que Ford basara sus películas en las historias que escribió, y habían pasado casi 20 años desde la última vez que lo había hecho (“Men Without Women”, 1930). Ford le encargó a Patrick Ford y Frank S. Nugent que escribieran el guión. Como era típico de Ford, cambió significativamente el guión mientras dirigía la película; fue citado diciendo a Patrick Ford y Nugent que, "Me gustó su guión, muchachos. De hecho, en realidad filmé algunas páginas". La historia versa sobre una caravana de pioneros mormones que se dirigen al fértil Valle del río San Juan en Utah, en un relato con claros paralelismos con el Éxodo de los judíos guiados por Moisés a su particular Tierra Prometida. La ausencia de estrellas importantes del día redujo el costo de hacer la película, así como su potencial de taquilla. El casting de Wagon Master fue consistente con el enfoque de la película en el surgimiento de una comunidad en lugar de las acciones heroicas de los individuos.
El hilo argumental es nimio, de enorme sencillez, con grandes tramos sin diálogos, simplemente contemplamos esta caravana surcar los valles del medio oeste americano en busca de una nueva (y mejor) vida, donde los conflictos son escasos, con escenas de acción pequeñitas, colocadas en el inicio y el final, casi como una deuda comercial a pagar que como algo necesario. Aquí lo que destaca es la poesía sensorial de embarcarnos con estos seres marginados por la sociedad (unos mormones, una troupe de show picante,…), aquí emitir un estado de ánimo prima sobre una trama exigua. Con secuencias visuales de una belleza fascinante gracias a la sensacional labor en la cinematografía en b/n de Bert Glennon (“La diligencia” o “Corazones indomables”), con planos cuidados para parecer cuadros de una beldad en movimiento epicúreos, con ese brillante modo de filmar la estampida de carretas, con esos contrapicados donde los personajes son fondeados por inmensos cielos, o esa toma a ras de suelo en que la luuz se filtra en primer plano por los radios de las ruedas de los carros que surcan el desierto, ello en prodigiosa miscelánea con la historia, con las hileras serpentines de las carrozas fundiéndose con el paisaje, en las polvaredas que levantan cruzando el desierto, en la insignificancia que somos en comparación con la inmensa Naturaleza (el paisaje de Utah: Monument Valley, Colorado River, Professor Valley, Spanish Valley, Hittle Bottom) en como cruzan un rio, los rostros de las personas que dirigen estos vehículos intentando salvar una y otra vez los obstáculos (no solo físicos y de búsqueda de agua, también modo de serpientes en forma de un clan de ladrones, o una tribu de navajos temerosa de los blancos), personas ilusionadas en un mañana mejor.
Adornado por interludios musicales (Con una partitura de baladas tradicionales cantadas por los Hijos de los Pioneros) enardecedores (con bailes típicos americanos), en lo que la visión de Ford de unos Estados Unidos en construcción, un sugestivo homenaje a las agentes que se adentraron en lugares inhóspitos para hacer habitable el país, llevando consigo la solidaridad, la ilusión y la alegría de vivir, reflejado esto en los vigorosos (tres) bailes, símbolo también de espíritu colectivo.
El paisaje mencionado se convierte en co-protagonista, donde el guión aporta un grácil romance, así como chispeantes notas de humor propias de John Ford, ello gracias al cuidado con que el maestro de Maine trataba a los secundarios (aquí todos), dándoles espacio para emitir alma y humanidad, incluso para los villanos es capaz de darles hondura. Ello potenciado por un excelente elenco actoral (Muchos eran miembros de la "Ford stock company"), que ya habían trabajado en películas anteriores dirigidas por Ford. Donde no hay un protagonista, el foco del heroísmo es polarizado hacia esta comunidad en busca de su pionero Sueño Americano.
En su ensalzamiento de la colectividad es casi un film pro-comunista (¿?), donde es la fuerza de voluntad de una comunidad el motor para cambiar su destino, ello guiado por líderes valientes que batallan contra las dificultades. Un western con todos los elementos propios del género americano por antonomasia, pero a pequeña escala en muchos casos. Pues hay bandidos (unos ladrones huyendo tras un atraco), hay unos ganaderos que han transportado caballos por el desierto, hay una aventura central en una caravana de pioneros cruzando territorio hostil, hay un encuentro con hordas de indios (navajos), hay un típico ‘charlatán’ vende ‘crecepelos’, hay cabareteras, hay tiroteos, hay bailes country. Pero todo esto a un nivel cuasi-minimalista, aquí como ya he comentado lo importante es el canto a esta gente capaz de cruzar el ‘Infierno’ para allegar a su ‘Paraíso’ particular. Ello evocando un mundo de ilusión, donde pasar un rio es un desafío, llegar a su ‘Edén está obstaculizado por un ‘muro’, y la meta está ‘guardada por un clan de serpientes venenosas’.
Llama la atención como Ford pone a los mormones como pacifistas buenistas (en realidad estas caravanas de mormones si iban armadas), es por ello que no llevan armas y son vulnerables a los muchos peligros hostiles de su travesía. Con ello se crea el simbolismo de que la pareja de guías (que no son mormones) no son solo eso, son también sus protectores ante adversidades violentas,…(sigo en spoiler)
El hilo argumental es nimio, de enorme sencillez, con grandes tramos sin diálogos, simplemente contemplamos esta caravana surcar los valles del medio oeste americano en busca de una nueva (y mejor) vida, donde los conflictos son escasos, con escenas de acción pequeñitas, colocadas en el inicio y el final, casi como una deuda comercial a pagar que como algo necesario. Aquí lo que destaca es la poesía sensorial de embarcarnos con estos seres marginados por la sociedad (unos mormones, una troupe de show picante,…), aquí emitir un estado de ánimo prima sobre una trama exigua. Con secuencias visuales de una belleza fascinante gracias a la sensacional labor en la cinematografía en b/n de Bert Glennon (“La diligencia” o “Corazones indomables”), con planos cuidados para parecer cuadros de una beldad en movimiento epicúreos, con ese brillante modo de filmar la estampida de carretas, con esos contrapicados donde los personajes son fondeados por inmensos cielos, o esa toma a ras de suelo en que la luuz se filtra en primer plano por los radios de las ruedas de los carros que surcan el desierto, ello en prodigiosa miscelánea con la historia, con las hileras serpentines de las carrozas fundiéndose con el paisaje, en las polvaredas que levantan cruzando el desierto, en la insignificancia que somos en comparación con la inmensa Naturaleza (el paisaje de Utah: Monument Valley, Colorado River, Professor Valley, Spanish Valley, Hittle Bottom) en como cruzan un rio, los rostros de las personas que dirigen estos vehículos intentando salvar una y otra vez los obstáculos (no solo físicos y de búsqueda de agua, también modo de serpientes en forma de un clan de ladrones, o una tribu de navajos temerosa de los blancos), personas ilusionadas en un mañana mejor.
Adornado por interludios musicales (Con una partitura de baladas tradicionales cantadas por los Hijos de los Pioneros) enardecedores (con bailes típicos americanos), en lo que la visión de Ford de unos Estados Unidos en construcción, un sugestivo homenaje a las agentes que se adentraron en lugares inhóspitos para hacer habitable el país, llevando consigo la solidaridad, la ilusión y la alegría de vivir, reflejado esto en los vigorosos (tres) bailes, símbolo también de espíritu colectivo.
El paisaje mencionado se convierte en co-protagonista, donde el guión aporta un grácil romance, así como chispeantes notas de humor propias de John Ford, ello gracias al cuidado con que el maestro de Maine trataba a los secundarios (aquí todos), dándoles espacio para emitir alma y humanidad, incluso para los villanos es capaz de darles hondura. Ello potenciado por un excelente elenco actoral (Muchos eran miembros de la "Ford stock company"), que ya habían trabajado en películas anteriores dirigidas por Ford. Donde no hay un protagonista, el foco del heroísmo es polarizado hacia esta comunidad en busca de su pionero Sueño Americano.
En su ensalzamiento de la colectividad es casi un film pro-comunista (¿?), donde es la fuerza de voluntad de una comunidad el motor para cambiar su destino, ello guiado por líderes valientes que batallan contra las dificultades. Un western con todos los elementos propios del género americano por antonomasia, pero a pequeña escala en muchos casos. Pues hay bandidos (unos ladrones huyendo tras un atraco), hay unos ganaderos que han transportado caballos por el desierto, hay una aventura central en una caravana de pioneros cruzando territorio hostil, hay un encuentro con hordas de indios (navajos), hay un típico ‘charlatán’ vende ‘crecepelos’, hay cabareteras, hay tiroteos, hay bailes country. Pero todo esto a un nivel cuasi-minimalista, aquí como ya he comentado lo importante es el canto a esta gente capaz de cruzar el ‘Infierno’ para allegar a su ‘Paraíso’ particular. Ello evocando un mundo de ilusión, donde pasar un rio es un desafío, llegar a su ‘Edén está obstaculizado por un ‘muro’, y la meta está ‘guardada por un clan de serpientes venenosas’.
Llama la atención como Ford pone a los mormones como pacifistas buenistas (en realidad estas caravanas de mormones si iban armadas), es por ello que no llevan armas y son vulnerables a los muchos peligros hostiles de su travesía. Con ello se crea el simbolismo de que la pareja de guías (que no son mormones) no son solo eso, son también sus protectores ante adversidades violentas,…(sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
…aunque paradójicamente solo han disparado contra serpientes, no contra humanos, esta pareja de socios se convierten cuasi-bíblicamente en los ‘pastores’ de este particular rebaño de ‘ovejas’. Aunque reseñable asimismo es el tratamiento que se da a los indios, normalmente salvajes sedientos de matar blancos, aquí conforme al clima sereno de la película, tras una persecución trepidante vemos que estos ‘navajos’ invitan a los viajeros a un baile nocturno.
El reparto deja su sello en lo bien que están delineados los caracteres en pocos trazos: Ben Johnson como Travis Blue con hieratismo, y a la vez con pose de líder. El actor era un jinete notable cuya habilidad se presenta cuando galopa huyendo de una banda de navajos; Harry Carey Jr. como Sandy, socio de Travis, con un aire juvenil excelente y buena química con Ben Johnson. Carey era hijo de Harry Carey, superestrella del cine mudo trabajó con Ford en muchas películas en las décadas de 1910 y 1920; Uno de los actores fetiche de Ford es Ward Bond, derrocha carisma, electricidad, viveza, con un incisivo toque de humor en sus ataques de ira que derivan en lenguaje procaz, brillante. A raíz de este papel sería estrella de la serie homónima de televisión derivó del film. Bond actuó en muchas películas dirigidas por Ford, su relación se describe en el libro “Three Bad Men: John Ford, John Wayne y Ward Bond (2013)”; Charles Kemper como Shiloh Clegg, el líder del clan que huyendo de las autoridades se acopla en la caravana, el actor destila gran cinismo y mordacidad en sus maneras, muy bueno; Joanne Dru como Denver, artista que deja entreverse es prostituta, tiene buenos momentos en su sutil romance. Dru había protagonizado previamente “She 's Wore a Yellow Ribbon” (1949) de Ford; Alan Mowbray cumple como Dr. A. Locksley Hall, cuyo carro se une a la caravana. "Locksley Hall" es un poema de 1842 de Alfred Tennyson. El papel de Mowbray en Wagon Master recuerda a su papel de Granville Thorndyke, un actor de Shakespeare, en My Darling Clementine de Ford (1946); Jane Darwell como la Hermana Mormona Ledyard, tiene un papel en el que únicamente la vemos tocando el cuerno de caza. Darwell apareció en siete de las películas de Ford desde 1940 hasta 1958. Ganando el Oscar por su rol de Ma Joad en la mítica “Las uvas de la ira” (1940); Hank Worden como Luke Clegg. Apareció en 17 películas con John Wayne y 6 películas con Ward Bond.
La música es de Richard Hageman (“La Diligencia”), un notable director y compositor de canciones de arte y otras obras musicales. Comenzando con Stagecoach (1939), Hageman escribió música para siete películas dirigidas por John Ford; Wagon Master fue el último. Las canciones son importantes en Wagon Master. El crítico Dennis Lim escribió: "Prácticamente (el film) es un musical, “Wagon Master” está lleno de frecuentes interludios de canciones y bailes y está acompañado por un flujo constante de himnos y baladas, interpretados por el popular grupo de country ‘Sons of the Pioneers’". Los espectadores nos enteramos de la decisión de Travis Blue y Sandy Owens de aceptar el trabajo de guías de la caravana cuando Travis y Sandy se ponen a cantar. Stan Jones escribió cuatro canciones originales que fueron interpretadas por los ‘Hijos de los Pioneros’ para la banda sonora de la película. En su conclusión, la película incorpora una interpretación del himno mormón, "Come, Come, Ye Saints (Venid, venid, Ye Santos). John Ford había insistido en que Harry Carey Jr. dirigiera la compañía de la película, que incluía a muchos mormones, al cantar el himno; la versión utilizada para la banda sonora de la película aparentemente fue grabada por el Coro de Niños Robert Mitchell.
Aun con su defecto de su liviano hilo conductor, donde los personajes son arquetipos sin evolución, es una película bonita de ver, de las que te deja buenas sensaciones. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2020/04/caravana-de-paz.html
El reparto deja su sello en lo bien que están delineados los caracteres en pocos trazos: Ben Johnson como Travis Blue con hieratismo, y a la vez con pose de líder. El actor era un jinete notable cuya habilidad se presenta cuando galopa huyendo de una banda de navajos; Harry Carey Jr. como Sandy, socio de Travis, con un aire juvenil excelente y buena química con Ben Johnson. Carey era hijo de Harry Carey, superestrella del cine mudo trabajó con Ford en muchas películas en las décadas de 1910 y 1920; Uno de los actores fetiche de Ford es Ward Bond, derrocha carisma, electricidad, viveza, con un incisivo toque de humor en sus ataques de ira que derivan en lenguaje procaz, brillante. A raíz de este papel sería estrella de la serie homónima de televisión derivó del film. Bond actuó en muchas películas dirigidas por Ford, su relación se describe en el libro “Three Bad Men: John Ford, John Wayne y Ward Bond (2013)”; Charles Kemper como Shiloh Clegg, el líder del clan que huyendo de las autoridades se acopla en la caravana, el actor destila gran cinismo y mordacidad en sus maneras, muy bueno; Joanne Dru como Denver, artista que deja entreverse es prostituta, tiene buenos momentos en su sutil romance. Dru había protagonizado previamente “She 's Wore a Yellow Ribbon” (1949) de Ford; Alan Mowbray cumple como Dr. A. Locksley Hall, cuyo carro se une a la caravana. "Locksley Hall" es un poema de 1842 de Alfred Tennyson. El papel de Mowbray en Wagon Master recuerda a su papel de Granville Thorndyke, un actor de Shakespeare, en My Darling Clementine de Ford (1946); Jane Darwell como la Hermana Mormona Ledyard, tiene un papel en el que únicamente la vemos tocando el cuerno de caza. Darwell apareció en siete de las películas de Ford desde 1940 hasta 1958. Ganando el Oscar por su rol de Ma Joad en la mítica “Las uvas de la ira” (1940); Hank Worden como Luke Clegg. Apareció en 17 películas con John Wayne y 6 películas con Ward Bond.
La música es de Richard Hageman (“La Diligencia”), un notable director y compositor de canciones de arte y otras obras musicales. Comenzando con Stagecoach (1939), Hageman escribió música para siete películas dirigidas por John Ford; Wagon Master fue el último. Las canciones son importantes en Wagon Master. El crítico Dennis Lim escribió: "Prácticamente (el film) es un musical, “Wagon Master” está lleno de frecuentes interludios de canciones y bailes y está acompañado por un flujo constante de himnos y baladas, interpretados por el popular grupo de country ‘Sons of the Pioneers’". Los espectadores nos enteramos de la decisión de Travis Blue y Sandy Owens de aceptar el trabajo de guías de la caravana cuando Travis y Sandy se ponen a cantar. Stan Jones escribió cuatro canciones originales que fueron interpretadas por los ‘Hijos de los Pioneros’ para la banda sonora de la película. En su conclusión, la película incorpora una interpretación del himno mormón, "Come, Come, Ye Saints (Venid, venid, Ye Santos). John Ford había insistido en que Harry Carey Jr. dirigiera la compañía de la película, que incluía a muchos mormones, al cantar el himno; la versión utilizada para la banda sonora de la película aparentemente fue grabada por el Coro de Niños Robert Mitchell.
Aun con su defecto de su liviano hilo conductor, donde los personajes son arquetipos sin evolución, es una película bonita de ver, de las que te deja buenas sensaciones. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2020/04/caravana-de-paz.html