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España España · Valencia
Voto de hueso:
9
Drama Mientras que Accattone se pasa el día metido en las tabernas, Maddalena, la mujer con la que vive, debe ejercer la prostitución para mantenerlo. Cuando Maddalena es detenida y encarcelada, Accatone, privado de su medio de subsistencia, se ve condenado a llevar una vida miserable. Incluso debe pedir ayuda a su esposa legítima, Ascenza, a la que hace años abandonó. (FILMAFFINITY)
14 de octubre de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entré en la sala, ese día había un responsable de la filmoteca de Bolónia, lugar donde nació Pasolini. Nos presentó al cineasta, poeta e intelectual. Un progresista tradicional de ideas claras, cristiano y comunista al que asesinaron no se sabe bien porqué. Una de esas personas que pasa por la vida dejando una huella profunda, plasmando sus inquietudes, sus ideales, su forma de ver la sociedad estancada de la posguerra italiana, hijo de un soldado que fue condecorado por salvar a Mussolini y en este su cine está su presencia.

La película se sitúa en la periferia de Roma, pueblos desolados, caídos, mordidos por el polvo. Allí habita una generación de maleantes, que se mezclan con los vagos, con los que hacen poco y con los que hacen menos que nada. Allí está él, Accattone al mando de una prostituta, ejerciendo de chulo en un chequeo existencial de esa gente que pasó tanta, tanta hambre. Llena de curiosidades del cineasta.
La película deja su huella en los primeros planos, en esos rostros callejeros, con hambre, curtidos por la herrumbre. Te sientes raro, triste, cohibido, impotente. Otros planos realzan lugares decadentes por donde pasea una Italia que aún no cambia. Una muestra de ternura viene de la mano de su hijo que juega con piedras y botellas. La música también me llamó la atención, Bach y un jazz que acompañaba a algo. En definitiva Accattone es una muestra de neorrealismo imprescindible.

Me despido citando una poesía suya:


AL PRÍNCIPE

Si regresa el sol, si cae la tarde,
si la noche tiene un sabor de noches futuras,
si una siesta de lluvia parece regresar
de tiempos demasiado amados y jamás poseídos del todo,
ya no encuentro felicidad ni en gozar ni en sufrir por ello:
ya no siento delante de mí toda la vida...
Para ser poetas, hay que tener mucho tiempo:
horas y horas de soledad son el único modo
para que se forme algo, que es fuerza, abandono,
vicio, libertad, para dar estilo al caos.
Yo, ahora, tengo poco tiempo: por culpa de la muerte
que se viene encima, en el ocaso de la juventud.
Pero por culpa también de este nuestro mundo humano .
hueso
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