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Tajikistan Tajikistan · Demonlandia
Voto de Neathara:
6
Thriller Kyung-chul es un psicópata peligroso que mata por placer y que ha cometido varios asesinatos con unos métodos diabólicos difíciles de imaginar. Sus víctimas son chicas jóvenes. La policía lleva tiempo intentando capturarlo. Un día, aparece asesinada la hija de un jefe de policía retirado. El novio de la chica, un agente secreto, jura vengarse. (FILMAFFINITY)
19 de setiembre de 2010
97 de 146 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer tuve ocasión de ver "I saw the devil" en el Kursaal con ocasión del festival de cine de San Sebastián, a apenas cincuenta metros del director Kim Ji-woon: por lo que me dio bastante rabia que no me disgustase su película, para una vez que tengo la ocasión de indignarme con el autor de primera mano. En todo caso, es ilusionante y extraño ver una peli coreana al lado de su coreano autor. Bueno, supongo que eso es algo que mucha gente de la página ya ha hecho miles de veces, pero a mí nunca me había pasado, así que me emocioné cual Paco Martínez Soria saliendo por primera vez del pueblo.

De la peli, no hay mucho que decir. Aunque por la sinopsis pueda suponerse que es un thriller de asesinos a lo "Seven", "I saw the devil" tiene más genes de películas como "Oldboy" (con la que comparte desquiciado protagonista), en su medida espiral de violencia, venganza y degradación moral. Un asesino en serie se convierte en presa cuando el novio de una de sus víctimas decide tomarse la justicia por su mano e iniciar un peculiar juego del gato y del ratón, cazándole para luego soltarle, cada vez más malherido y más debilitado, hasta hacernos dudar si en realidad lo que quiere es matar al diablo o exorcizarle a hostias.

La premisa y su desarrollo presentan un cerco cada vez más enfermizo, con buena profusión de escenas no aptas para todos los estómagos y un intenso duelo interpretativo entre Choi Min-sik y el guapísimo Lee Byung-hun. Fuera del hilo principal, hay que decir que el aparato dramático está de lo más trillado, que los diálogos parecen escritos por el guionista de guardia y que la banda sonora, aunque sugerente, se emplea de manera tan descaradamente efectista que pierde, por consiguiente, todo su efecto.

Sin duda, lo mejor son las escenas violentas, en las que el director pone (nunca mejor dicho) toda la carne en el asador apostando por una visceral puesta en escena ante la que incluso los ojos más curtidos no podrán evitar abrirse de golpe: no tanto por el tolerable nivel de gore, sino por la forma, moralmente muy desagradable, en que éste se expone.

Por desgracia, al resto de la película le sobra tranquilamente como una hora de cine inerte y rutinario, pero en cambio compensa con lo virulento de su propuesta, que entretiene sin alcanzar el entusiasmo.
Neathara
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