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Voto de Paco Silva:
4
Fantástico. Aventuras. Acción Después de haber recuperado el reino del Dragón Smaug en la montaña, la Compañía ha desencadenado, sin querer, una potencia maligna. Un Smaug enfurecido vuela hacia la Ciudad del Lago para acabar con cualquier resto de vida. Obsesionado con las enormes riquezas en su poder, el rey enano Thorin se vuelve codicioso, mientras Bilbo intenta hacerle entrar en razón haciendo algo desesperado y peligroso. Pero hay aún mayores peligros por ... [+]
28 de setiembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cualquiera que se haya documentado un poco sobre el tema sabe que Peter Jackson es un gran cinéfilo. Se puede palpar en sus propias películas, como el remake de 'King Kong' o su falso documental 'La verdadera historia del cine'. Incluso puede apreciarse en ciertos momentos de su obra, como las referencias visuales a 'Kagemusha' o 'Los nibelungos' en 'El señor de los anillos'. Por todo esto, Jackson debería ser consciente de lo que supone titular tu película en base a una batalla.

La inmensa mayoría de obras canónicas del cine épico no tienen la palabra batalla en su título. La razón es sencilla: una batalla no es el corazón de una narrativa. El corazón está en los personajes y la forma en la que sus conflictos interiores y arcos se exteriorizan en forma de temibles enemigos a los que se enfrentan. Sí, 'La batalla de los cinco ejércitos' tiene mucho metraje dedicado a una batalla competente, y si tu idea de cine épico es ver a hordas de soldados y monstruos machacándose, saldrás satisfecho de este visionado. Pero a esta batalla le falta corazón, y es obvio desde el momento en el que empieza a manos de un personaje que hace su primera aparición en la trilogía.

Tampoco tiene una buena estructura ni es particularmente inteligente en su puesta en escena. Es caótica y los golpes de efecto se consiguen a través de momentos aislados, y no a través del flujo natural del combate. Por recurrir al ejemplo más fácil en este caso, las batallas principales de 'Las dos torres' y 'El retorno del rey' se podrían considerar asedios más que batallas. Grandes masas de enemigos ponían a los protagonistas entre la espada y la pared, literalmente en el caso del Abismo de Helm y Minas Tirith. La estructura de estos conflictos era similar: los buenos parten de una situación en desventaja a la que se enfrentan con valentía. A última hora y de forma épica aparecen los aliados, que decantan el resultado de la batalla. Es una estructura sencilla a más no poder pero que surte efecto porque es coherente y por las pinceladas de pequeños momentos entre personajes esparcidos por el campo de batalla.

¿Qué hay en 'La batalla de los cinco ejércitos' que rivalice con el momento en el que Eowyn empala con su espada en el rostro del Rey Brujo? Es la mejor culminación de un arco posible para ese personaje. Comparémoslo directamente con el del único personaje femenino de la nueva trilogía, y a la vez el más polémico, Tauriel. No soy de los que critican cualquier cosa que no aparezca en la mitología de Tolkien, ya que entiendo los procesos de una adaptación y de hecho creo que Jackson hizo una de las mejores labores en ese aspecto con la trilogía original. Pero Tauriel solo tiene valor en la historia como interés romántico para Legolas y Kili. Este último no ha aportado nada a la compañía principal más allá de ser el enano guapo. Si la intención es contar una historia sobre el poder de un amor capaz de derribar los muros de los prejuicios y las razas, Jackson se queda con la versión más simplista y superficial de esa representación.

Mencionaba antes a Legolas y tal como adelanté en el anterior comentario, lo prometido es deuda, así que hora de reseñar sus proezas, que es lo único que aporta su personaje a esta historia. El equipo de efectos especiales podría haber sustituido a Orlando Bloom por su doble o por CGI y apenas se notaría. Esta interpretación del personaje sería demasiado exagerada hasta en los 'Looney Tunes'. Los cinco ejércitos son los humanos, los elfos, los enanos, los orcos y Legolas. De sus decenas de hazañas, me quedaría con dos. La primera, cuando salta entre piedra y piedra de un puente derrumbándose. La segunda, cuando decapita a decenas de enemigos mientras vuela boca a abajo en las garras de un ave enemiga. Al final de la batalla, no tiene ni un rasguño ni un pelo mal puesto. Legolas encapsula todo lo que está mal en las escenas de acción de 'El Hobbit', y a las pruebas me remito.

Llegado a este punto, nos tenemos que preguntar lo mismo que con la anterior película. ¿Qué es lo bueno? Para empezar, la secuencia inicial de Smaug incinerando Esgaroth y el momento heroico de Bard. Es un bello momento intergeneracional, pues la hazaña se completa gracias al trabajo previo del padre, representado por la flecha, Bard, el lanzador, y su hijo, en cuyos hombros carga parte de la responsabilidad. La otra subtrama de interés es la Thorin, que le acaba convirtiendo en una figura trágica al estilo de Boromir. Esto es una audaz jugada narrativa de Jackson, consciente de que los paralelismos con Aragorn eran los más obvios al principio.

Bilbo tiene más que hacer en este final que en 'La desolación de Smaug', aunque tampoco tiene un arco narrativo claro. No es un elemento importante de la batalla homónima, pero la forma en la que Freeman vende el shock de las consecuencias del combate es mi momento favorito de todo el conflicto. El plano largo que contrasta a un Bilbo cabizbajo y un Gandalf cansado encendiéndose una pipa es de esos que no necesitan palabras para transmiten el mensaje sin enunciarlo.

No puedo evitar quedarme con un sabor amargo después de revisitar esta trilogía que disfruté en su justa medida en cines hace casi una década. No es malo tomarse libertades a la hora de adaptar un cuento con el que acostar a los niños en el transcurso de varias noches. El problema es dedicarle más de una hora a narrar una sección del libro de 4 páginas (en mi edición) y pasarse gran parte de esa hora imitando efectos de sonido. Hay cosas que es mejor dejar a la imaginación, y eso Tolkien lo entendía bastante mejor que Peter Jackson.
Paco Silva
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