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Voto de Paco Silva:
9
Serie de TV. Animación. Ciencia ficción. Acción Narra la historia de un chico que malvive en las calles de una ciudad futurista obsesionada con la tecnología y la modificación corporal. Con todo en su contra, opta por buscarse la vida convirtiéndose en un ‘edgerunner’, un mercenario proscrito’. Serie de animación basada en el videojuego "Cyberpunk 2077".
5 de octubre de 2022
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se produce muy poco anime original serializado comparado con adaptaciones de manga o novelas ligeras. Ocurre lo mismo que con las películas, que son casi siempre el terreno de estudios (Ghibli) o autores (Hosoda, Shinkai). Afortunadamente, Trigger ha sido uno de los refugios del anime original desde su fundación, y por eso han cumplido expectativas como sucesores espirituales de Gainax (el estudio que produjo 'Evangelion', 'Gurren Lagann' y 'FLCL').

El título de su nueva producción puede engañar al espectador. 'Cyberpunk 2077: Edgerunners' es una historia original basada en el universo creado por el estudio de videojuegos polaco CD Projekt para el juego de mundo abierto 'Cyberpunk 2077'. Cualquiera que estuviera al tanto de quien estaba detrás de la producción, sabía que aquí había potencial para algo especial. No en vano, el mayor nombre detrás de la serie, Hiroyuki Imaishi, es también el creador de algunos de los mejores animes serializados del siglo XXI, como la ya mencionada 'Gurren Lagann', 'Kill la Kill' y 'Panty & Stocking with Garterbelt'. También ha dirigido películas como 'Promare' o 'Dead Leaves' con notable éxito, e incluso me atrevería a decir que realizó el mejor anime de capítulos de 5 minutos que se haya visto con 'Space Patrol Luluco', a la vez una parodia y una carta de amor a lo que hace que el estudio Trigger sea el estudio Trigger.

'Edgerunners' es un producto 100% Imaishi, que le debe más a 'Gurren Lagann' que al videojuego homónimo. La progresión narrativa es casi calcada, pero mucho más condensada, sus personajes están dentro de ciertos moldes pero tienen espacio para desarrollar una personalidad distintiva, la importancia de los colores primarios tanto en los diseños de los personajes como en los ambientes por los que se mueven (el anime es de los pocos medios audiovisuales que no han sucumbido a la plaga de la descolorización de la imagen). Pero, sobre todo, esta serie es de las que se atreven a mirar hacia arriba y soñar, a pesar de los enormes obstáculos del mundo que rodea a los personajes.

En esta serie, los protagonistas no tienen que enfrentarse a fuerzas espaciales lovecraftianas subidos en robots de magnitudes igualmente inconcebibles. En ese sentido, está más cerca de 'Kill la Kill', donde el villano eran las estructuras de poder, representadas primero por la academia Honnouji y por la corporación Revocs. En la distopía que presenta 'Edgerunnes', los pobres son muy pobres y los ricos muy ricos, y prácticamente solo hay dos formas de ganarse el pan: estudiar en una academia carísima que garantiza un trabajo en la corporación más grande de Night City o convertirse en un mercenario y depender de implantes cibernéticos que tarde o temprano te llevarán a la tumba.

El protagonista elige el segundo camino a pesar de ser parte de la academia que conduce al primero, una opción que no le interesaba mucho y que acaba certificándose tras los eventos de un primer episodio que sienta las bases del mundo sin apenas exposición. Night City es un lugar duro, frío y corrupto. Cuando ocurre un accidente de tráfico, hay servicios especializados que llegan mucho antes que la ambulancia para llevarse a los clientes asegurados. A pesar de obvias injusticias distópicas como esa, ninguno de los personajes alza la voz contra ellas. El estado mental que prima es la resignación, y la combaten a través de un estilo de vida proscrito a sabiendas de las consecuencias. Si un personaje muere, duele, puede que incluso mucho, pero "the show must go on". Este es uno de los contrastes con 'Gurren Lagann', donde la muerte de un personaje importante y sus secuelas dieron para un arco completo.

Si empezara a escribir sobre la caracterización y los diseños de los personajes principales daría para un análisis pormenorizado de cada uno, pero como dejaba intuir antes, son arquetipos reconocibles más complejos de lo que parecen a simple vista. En concreto destacaría la relación entre David y Lucy, el verdadero corazón de la historia. Al contrario que la mayoría de relaciones entre hombres y mujeres en el anime, esta se siente humana y real, y la química que existe entre los dos es muy difícil de replicar en el medio animado, porque normalmente
este aspecto no solo depende de las interacciones verbales y las dinámicas entre los personajes. Lo que sorprende es que se hayan podido replicar los pequeños gestos y el lenguaje corporal desde la primera interacción.

Esa virtud existe en 'Edgerunners' porque es una de las producción más impecables a nivel técnico en mucho tiempo. Muchos hablarán de animación nivel película, un término que se usa en la comunidad anime para señalar las diferencias entre la animación más limitada de una serie respecto a un film. No estamos ante uno de esos casos, porque aunque claramente hay muchos recursos a disposición del estudio vía Netflix, sin el buen hacer del equipo, eso no sirve de nada. Aquí hay una atención al detalle anómala en este tipo de serie. Desde las transiciones electrónicas para distinguir pasado y presente, hasta las llamadas que replican la interfaz del videojuego, así como una banda sonora cuidadísima que incluye música occidental (quién les iba a decir a Franz Ferdinand en 2003 que uno de sus temas de su álbum de debut acabaría siendo un opening de anime).

'Edgerunners' es tan buena que ha recordado al mundo la existencia de 'Cyberpunk 2077' y ha limpiado la reputación de un nombre que era el ejemplo canónico de un producto que no estuvo a la altura de las inmensas expectativas. Por suerte para nosotros y para CD Projekt (las ventas de su videojuego han subido como la espuma este último mes), esta vez el hype es real. Y lo mejor es que está al servicio de una historia inspiradora a la vez que melancólica sobre el anhelo de seguir siendo humano y conectar con los demás sin necesidad de puertos USB.
Paco Silva
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