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Voto de The Motorcycle Boy:
9
Intriga. Drama Los vecinos de una pequeña población rural de Pennsylvania viven atemorizados por culpa de unos extraños seres que habitan en los bosques circundantes. Saben perfectamente que para salvarse deben cumplir escrupulosamente ciertas reglas: evitar que vean el color rojo porque los atrae, mantenerse alejados del bosque, donde esperan agazapados la llegada de alguien, y obedecer la campana de alerta, que indica que se acercan a la aldea. (FILMAFFINITY) [+]
6 de agosto de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las naciones se modernizaban siglos atrás a pasos agigantados. Los hombres y mujeres huían del campo camino a la ciudad, en busca de un porvenir mejor. Llegaron las grandes masificaciones, las grandes urbes. También llegó la degradación, la vida precaria. Los analfabetos campesinos vagabundeaban entre masas de hormigón. Con la modernización vinieron los burgueses y los proletarios, también llegó Marx y el ‘Manifiesto comunista’. La educación avanzó, también otros derechos sociales en previsión de una revolución dañina para el capital. La lucha de clases, se extinguió (quiero decir, se perpetuó). Lo disimularon bien a través de esa cosa llamada “clase media” propiciada por el Estado del Bienestar. Seguían habiendo bolsas de marginalidad que incitaban a la delincuencia, y ritmos endiablados derivados de esa obsesión por el reloj, por la jornada laboral. Apareció otra cosa llamada "depresión". Las ciudades eran adrenalínicas, peligrosas, violentas. Las aldeas y pequeños pueblos eran silenciosos, miserables y fantasmagóricos. Eran la antítesis el uno del otro.

La aldea, el bosque y la ciudad. En la aldea viven los aldeaños, gente que vive del campo, en consonancia con la naturaleza. Están cargados de bondad, aprensivos ante lo superfluo de nuestra civilización. Son inmunes al materialismo, se refugían en su vida en comunidad, con sus pequeñas normas y valores. Viven en calma, sin saber lo que es un reloj, disfrutando del placer en sí del aire, de la tierra, del agua, de la noche, de la niebla. Con ello, son felices. Además, como el resto de mortales, utilizan el amor como motor de combustión para el día a día, iluminando éste sus rostros con una plácida sonrisa. Sin embargo, los aldeaños tienen un temor, un miedo. Oyen ruidos provenientes del bosque, son truculentos. Temen al color rojo y se refugian en el amarillo. Para protegerse de los malvados horrores del bosque, hicieron un pacto con las bestias de allá. Si aquéllos no entraban en la aldea, ellos no lo harían en el bosque. Por si acaso, establecieron torres de vigía. Las miras de éstas no alcanzaban más allá del bosque, donde los aldeaños suponían a la ciudad. Una ciudad que jamás habían visto, tan sólo era un constructo, una imagen transmitida de boca en boca, de mente en mente. En este mundo y para esta cultura, la ciudad era lo más parecido al infierno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
The Motorcycle Boy
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