Hará un año cuando ví por primera vez imagenes de la nueva película de Dragonball en carne y hueso, -momento esperado por todos los amantes del anime-, pero ya comprobé entonces lo que se me confirmó ayer por la tarde: menuda obra de mal arte.

Cómo se puede destruir, ya no la serie, que para mí no es vinculante a esta película, sino las ilusiones y esperanzas de muchos jóvenes, hoy mayores, que vieron y amaron la historia de Goku. Recuerdo cuando la emitían en Telemadrid, o cuando iba al Levante en vacaciones y me lo tragaba en el Canal NOU en valenciano (supongo que muchos de los aquí presentes), cuando coleccionaba los tazos de las bolsas de mattutano, los cromos chulos que costaban 50 pesetas que mi madre me compraba, los muñecos de los chinos que teníamos por tres duros, la serie roja, la primera en coleccionar, o cómo tuvimos que esperar años para ver cómo emitían por primera vez desde célula hasta bu-buu...

Todo esto me viene a la memoria ahora que he comprobado que es imposible llevar la película a la gran pantalla. Cómo la productora puede siquiera darle 100 millones a este individuo que seguramente no entienda hasta donde ha llegado el mensaje de Akira Toriyama. No quiero enunciar nada de la película, pero si alguien decide ir al cine a ver esta abominación, mejor le aconsejo que repase su anime y se deje de ilusiones, que nos han metido todo un kame hame ha dirigido a nuestras pelotas.

Todo lo friki que soy es por Dragonball, y tras esto estoy de luto. Buenas noches