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España España · Valladolid
Voto de apagaYvamonos:
7
Terror. Romance. Fantástico En el año 1890, el joven abogado Jonathan Harker viaja a un castillo perdido de Transilvania, donde conoce al conde Drácula, que en 1462 perdió a su amor, Elisabeta. El conde, fascinado por una fotografía de Mina Murray, la novia de Harker, que le recuerda a su Elisabeta, viaja hasta Londres "cruzando océanos de tiempo" para conocerla. Ya en Inglaterra, intenta conquistar y seducir a Lucy, la mejor amiga de Mina. (FILMAFFINITY)
10 de marzo de 2010
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras un eterno, extenuante y monótono trayecto, aderezado para mi disfrute con unos polvillos mágicos, llegué al enorme y oscuro castillo, después de haber atravesado un infierno azul cuya banda sonora era el canto de unos sombríos lobos… madre mía “peazo” ketamina que me ha “conseguío” el Remi, pensé… La puerta estaba abierta, entré sin pensármelo… de inmediato me encontraba en un lúgubre salón, casi diabólico… Se respiraba horror, tristeza, desesperación, angustia y… un poco de caballa en escabeche… Me sentía casi paralizado por el pánico… nunca he soportado el olor a caballa en escabeche…
Repentinamente apareció mi anfitrión deslizándose sobre el suelo, se hacía llamar Conde Drácula, aunque personalmente me hubiera gustado llamarle yaya Monse, con esos moños canosos y ese batín rojo era “clavao” el “hijoputa”. Todavía me recordó más a mi “abuelica”, cuando me ofreció la susodicha caballa en escabeche y me dijo que él no iba a cenar, lo típico que hacen las abuelas, no paran de ofrecerte comida diciéndote que tienes que comer pa’ hacerte “moso”, y ellas no prueban “bocao”. Inconscientemente le dije: “jo yaya, sabes que no soporto la caballa”, y cuando me di cuenta me había puesto el payo una espada en el cuello, mientras me gritaba que eso no era cosa de risa, que no sé qué de una estirpe de caballeros… en fin, una movida rara de cojones. Lo calmé diciéndole: “yaya, no se ponga usted así, que no es bueno pa’ la tensión”, y me pareció ver que su sombra intentaba estrangularme… “¡Joder! Realmente me he “pasao” con el “polvo k” esta tarde…”, pensé. Es que el viaje había resultado muy largo y aburrido…
Cuando acabé de cenar me rogó que le dejara ver la foto de mi amada; como todavía seguía un poco “colocao” de “special k” lo entendí mal, y pensé que quería ver la foto de la mamada. Casualmente tengo docenas de fotos en el móvil de la famosa Charo cantando en mi karaoke, y con mucho gusto no dudé en mostrárselas… ¡Fue impresionante, con lo ciego que iba me pareció verle transformarse en una especie de murciélago gigante, mientras vomitaba ratas y chillaba barbaridades en algún dialecto demoníaco! Sabedor de que lo que estaba presenciando en aquel momento era producto de mi trastocada imaginación, empecé a “partirme el culo” de forma maleducada e irrespetuosa, por lo que el Conde me peguntó: “¿es que no te asusto?” A lo que respondí: “querido Conde, ¿como me va a asustar si usted es el vivo retrato de mi yaya Monse? Es más, ¡estoy tan a gusto aquí que pienso quedarme por unos meses!”
Lo noté por momentos algo contrariado… De repente entre sollozos y lágrimas se puso a lamentarse de que ya no era el mismo, que antes asustaba a todo ser viviente, que era el amo de las bestias y las sombras, dueño y señor de las tinieblas y poseedor del poder de la tormenta…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
apagaYvamonos
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