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España España · West Coast
Voto de Dabi:
7
Romance. Drama Nora y Hae Sung, dos amigos de la infancia con una fuerte conexión, se separaron cuando la familia de Nora, que entonces tenía solo 10 años, emigró desde Corea del Sur a Canadá. Muchos años después, cuando Nora trabaja como escritora de teatro en Nueva York, ambos se reencuentran, y pasarán juntos unos días que les enfrentará al amor, al destino y a las elecciones que componen una vida.
26 de agosto de 2023
311 de 328 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Who do you think they are to each other?"

Es la pregunta que una voz en off femenina nos hace en la imagen inicial de la película, un plano conjunto de tres personas (una mujer en el centro, escoltada por dos hombres) charlando en la barra de un bar. Varias voces en off conjeturan mientras la cámara comienza a hacer un sosegado zoom con el que, poco a poco, cada gesto, cada caída de ojos y cada ceño fruncido empiezan a parecer un mundo. La cámara va expulsando a los hombres de la imagen y, sin darnos cuenta, nos hemos deslizado hasta aterrizar en un primer plano de la mujer. Y aquí, en la primera escena, está la clave. Porque Vidas pasadas puede utilizar un triángulo amoroso como base argumental, pero no "va" de un triángulo amoroso. Es algo más complicado. Esta es, por encima de todo, la historia de Nora.

El debut de la surcoreana Celine Song nos cuenta la relación entre Nora y Hae Sung, dos amigos de la infancia que pierden el contacto cuando Nora se muda a Canadá con su familia y que, ya de adultos, retomarán el contacto casi por casualidad. A través de veinticuatro años, Song enfrenta a su protagonista, y por extensión, al espectador, a una pregunta dolorosa pero inevitable: ¿y si las cosas hubieran sido diferentes? ¿Y si hubiera estudiado en otra ciudad? ¿Y si me hubiera atrevido a aceptar aquel trabajo? ¿Sería más feliz que ahora? Los círculos concéntricos de una vibración en el agua, cada vez más grandes (imagen que, de hecho, se emplea en la película). El viaje de Nora desde el principio, desde que elige deshacerse de su nombre coreano, es con ella y para ella. Es el cúmulo de decisiones que toma, que la esculpen y la convierten en la persona que es hoy. Y por cada decisión que toma, una posible vida muere.

El viaje de Nora (estupendamente interpretada por Greta Lee) se centra en aprender que para ser la persona que se es se tiene que renunciar a la que se podría haber sido. Nora no puede tenerlo todo. Ninguno de nosotros puede. La tesis de Vidas pasadas resuena de forma tan lacerante y tan real porque no está ligada a la especificidad de un triángulo amoroso. Tampoco es una experiencia exclusiva del que vive en un país extranjero. Vidas pasadas no es Minari. Evidentemente, de la historia de Vidas pasadas se desprenden más temas (la soledad del emigrante, el anhelo, la necesidad de conectar) que particularizan y enriquecen el relato, pero su idea principal, la que lo mantiene todo unido, es universal.

Celine Song demuestra en Vidas pasadas ser más guionista que directora. Su lenguaje literario parece, de entrada, más dramatúrgico que cinematográfico. De todos modos, eso no significa que Vidas pasadas sea visualmente inerte. Song utiliza el paneo como motivo principal, dejándonos flotar por los escenarios con una sensación de melancólica ingravidez. Algún tilteo ocasional, pero la narración se resuelve, en su mayor parte, de manera horizontal. Los planos rutinarios del primer acto dan lugar, conforme avanza la trama, a algunas estampas bellísimas y de palpable carga semántica. La imagen recurrente de Hae Sung enterrado bajo el reflejo de la ciudad, primero en Seúl y luego en Nueva York. Las siluetas de Nora y Arthur, recortadas contra el atardecer, versus la silueta de Hae Sung enfrentándose por primera vez a la noche norteramericana. Las imponentes y mastodónticas figuras de los rascacielos neoyorquinos en segundo plano durante la travesía de Nora y Hae Sung. Esa incómoda conversación entre Nora y Arthur tras su paseo con Hae Sung, donde las líneas horizontales les mantienen alejados el uno del otro. Al final, por muy bueno que sea un guion (y el de Vidas pasadas lo es), no estamos leyendo una novela. Estamos hablando de cine, y en el cine es imprescindible cuidar la presentación visual, y aunque Song tal vez no tenga demasiadas herramientas (al fin y al cabo es una debutante), al menos emplea con inteligencia los recursos de los que dispone.

En resumen, Vidas pasadas es una película sencilla en su propuesta formal, estéticamente discreta pero atractiva y con tres interpretaciones muy sólidas, pero lo que la hará conectar con la audiencia es su limpidez narrativa, su inteligentísima caracterización y la honestidad y complejidad con la que desarrolla su tesis temática. Personajes tridimensionales, cuestiones universales. Una combinación que, bien ejecutada, siempre es un triunfo. Como debut, Vidas pasadas augura una carrera muy prometedora para Celine Song.

Calificación: Notable
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Dabi
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