La obra culmen de Guillermo del Toro, llena de imaginación y creatividad, características que a veces se echan de menos en el cine, más aún en el cine español.

Estamos ante una de las mejores películas españolas de los últimos tiempos. Su director, Guillermo del Toro, dejó constancia de cómo al mezclar dos temáticas aparentemente sin relación alguna con un guión impecable puede obtenerse una película sublime para cualquier tipo de público. Acertando en el reparto, y pasando por una excelente fotografía, este largometraje te dejará una magnífica sensación tanto visual como interiormente.

Dotada de una impresionante representación histórica, la película muestra con todo detalle la cruda realidad de los años siguientes a la Guerra Civil española. La película no trata una idea política en sí, o valorar actuaciones de bandos dándole el calificativo de malas o buenas, crueles o compasivas, etc. No voy a comentar mi opinión sobre la Guerra Civil de este país porque, como bien sabemos, cualquier guerra es atroz. Hay que aprender a disfrutar del cine dejando al lado las ideas políticas de cada uno. No tiene sentido alguno que alguien de derechas, sólo por el hecho de otorgarle el papel de “buenos” a los republicanos en esta película, no reconozca la calidad y potencial sentimental que transmite todo lo demás.

Es impresionante la cualidad que tienen ciertas personas para abstraerse de un problema. Y no sólo de un problema personal, sino nacional. Siempre me encantó esta frase:< “Hay que inocularse todos los días de fantasía para no enfermarse de realidad”.

Nunca viene de más darse un onírico viaje a través de la inocencia y fantasía que nadie debería perder. Disfrutad y soñad con esta película.