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Voto de lacriticamijeña:
8
Terror. Thriller Un guardia de seguridad (Kiefer Sutherland) de un centro comercial se ve envuelto en un misterio alrededor de unos escaparates con espejos en el departamento de ropa que aparentemente hacen que saque lo peor de las personas que se reflejan en ellos... Remake de la película surcoreana "Geoul sokeuro" (El otro lado del espejo), dirigida por Kim Seong-ho en 2003. (FILMAFFINITY)
8 de diciembre de 2008
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya sea como transmisores de buena o mala suerte o simplemente reproductores de los complejos físicos de los seres humanos, los espejos han protagonizado las pesadillas y los sueños más extraños del celuloide. La última propuesta nos viene del director Alexander Ajá, uno de los pocos directores capaces de seguir consiguiendo ponerle mal el cuerpo a los espectadores, acostumbrados a un género que en los últimos tiempos se ha visto limitado a adolescentes con excesos de hormonas, gritos grabados y muñecos que asustan menos que la posible homosexualidad de alguno de los Teletubbies.

Ajá no solo consigue una aceptable versión de la cinta asiática original, sino que consigue esclarecer y mejorar muchos aspectos de la misma aportando algunos rasgos de su propia cosecha. El resultado no se puede desacreditar. El director posee el talento suficiente para resultar inquietante sin perder la calidad que los distingue de sus compañeros de profesión y sin caer en los tópicos sobre explotados de este género gracias a un guión construido con el firme deseo de angustiar al espectador y cuya tensión no decae de respirarse durante toda la proyección. Personajes reales, nada maniqueos… ¿Aspectos negativos? Quizás se echa en falta alguna que otra explicación para comprender determinados aspectos de la historia, además de algunas escenas que se prolonga excesivamente.

En conclusión: Donde muchos hubiesen realizado una película plana y llena de tópicos, Ajá se atreve a apostar por la ambigüedad demostrando que, como siempre, las cosas ni son lo que parecen ni, por supuesto, resultan tan simples como para caer en la simple dicotomía de lo blanco y lo negro.
lacriticamijeña
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