El director italiano realizó por primera y última vez una película de la mano de Hollywood. Su último film ya que tristemente falleció en el 89 (estaba preparando un film acerca de Leningrado, a saber qué maravilla hubiera llegado).

La obra TOTAL de Leone. ¿Es una película de gángsters? Un poco. ¿Es un drama romántico? Pues algo sí. ¿Es una película de la amistad? Bastante. ¿Es una película sobre la vida? Rotundamente sí.

La obra es uno de esos colosos cinematográficos que contemplan tantas cuestiones humanas que sobrepasan los límites artísticos conocidos. Cada plano medido con regla; una de las mejores bandas sonoras del cine a la batuta del maestro Morricone, con su tema principal, con esa flauta de pan sumergiéndonos lentamente en esa Nueva York sepia de los años 20, dónde somos voyeurs de unas vidas humanas como cualquier otra, con su bondad y su maldad bailando en la fila línea de la ética.

Y esta película te habla y te mueve con silencios, te habla con miradas encuadradas en cerradísimos primeros planos y zoom-ins marca de la casa de Leone. Con las memeces de un adolescente, las sinvergonzonerías de una madurez entre rejas y con la culpa experimentada de la tercera edad. Con poesía, con borderías, con flautas y pianos. Con puñaladas, con disparos, con besos y con abrazos. Todo para sumar unas cortas 4 horas de puro éxtasis cinematográfico