Me encanta el cine negro y aún me gusta más si la trama gira en torno al mundo de las mafias. Al ser un género que por desgracia, en la actualidad escasea, siempre es bienvenida la llegada de un producto de estas características. Y todavía aún más si el responsable de su ejecución es el gran Ridley Scott respaldado por esos grandes actores que son Russell Crowe y Denzel Washington, éste último en la piel de un capo de la droga, ¿Qué más se puede pedir?

Quizá me creé demasiadas expectativas, y aunque no salí nada decepcionado del cine, sí que me esperaba otra cosa muy diferente. Diré que Scott ha ejecutado un gran trabajo en la ambientación del film, que realmente nos traslada des de el primer minuto en el Harlem de los años 70 gracias su cuidada fotografía y banda sonora. También diré a su favor que la película ofrece una visión poco antes tratada sobre el tema de la droga centrando más su visión en todos los entresijos de la economía del mercado y la corrupción de muchas administraciones públicas como la propia policía. Pese a todo ello, no sabría cómo catalogar la interpretación de Denzel Washington, cuyo retrato del capo Frank Lucas es de alguien muy listo y calculador, pero también extremadamente frío. El actor dota al personaje tanta frialdad que puede que a veces caiga en la sosería. Por otro lado, salí muy satisfecho de la parte de Russell Crowe , que me hizo recordar a películas como “French Connection” e incluso “Serpico”, pero aún así, el actor no tiene mucho la oportunidad de lucirse a nivel interpretativo ya que todo el peso de la trama recae sobre Washington, grande, pero un poco soso en ocasiones. El resto del plantel de actores cumple sobradamente bien, a destacar Josh Brolin como policía corrupto.

Partiendo de todos mis argumentos expuestos, puedo decir que no es el mejor trabajo de Crowe, ni el de Washington, ni el de Scott. Pese a ello, recomiendo la visión de la película, pero es posible que algunos, de los que yo me incluyo, esperábamos otra cosa, y tal vez, demasiado grande.