Esta infravaloradísima película de animación no tiene nada que envidiar a Disney, aunque parezca que fue hecha a la sombra de ésta. No más lejos, pues lo que 'FernGully' ofrece es un espectáculo generoso donde imágenes con un acabado cromático excelente, canciones pegadizas y cautivadoras y una entretenida y bien tejida historia se aúnan con envidiable armonía.

Evidentemente, gran parte de mi opinión sobre la película que nos ocupa se debe al cariño que la tengo, a la nostalgia que me produce. Pero, objetivamente, tengo muchas razones para defenderla: es divertida, simpática, sorprendente, mágica... a veces parece un sueño, y hay un par de momentos realmente fascinantes recorridos por un halo de misterio sencillamente cautivador.

Me parece imposible poder escapar del encanto de su historia de amor, de sus candorosos personajes, de sus bellas imágenes, de su ritmo musical... y, por supuesto... ese monstruo, ese malvado ser contaminante que resulta ser uno de los villanos más carismáticos (hay que encontrar su carisma escondido debajo de varias capas de lodo, y con algo de cariño, quede dicho) que ha dado a luz el género de animación.

Como mensaje, posee un tono ecologista nada molesto, ligero, que incluso es de agradecer. Los humanos también salimos algo mal parados, ¿eh?

Quizá la película no resuena como uno de los grandes títulos animados de la historia (no lo es), pero está tan llena de vida, es tan mágica y, personalmente, la quiero tanto, que me es imposible encontrarla un solo pero.

Una de las películas favoritas de mi infancia.