Siguiendo la estela de cineastas como Hitchcock, Polanski o Brian de Palma, Alejandro Amenábar fue capaz de plasmar lo mejor de estos directores en su premiadísima ópera prima. No en vano, contiene ingredientes dignos de los maestros del suspense y el terror psicológico, a pesar de que el círculo de sospechosos sea reducido gracias a la constante ambigüedad hacia el espectador. Pero es que además, con sólo 22 años, Amenábar logró impactar con mensajes críticos acerca del morbo y la curiosidad insana del ser humano, así como se atrevió a criticar al propio cine como un arte que ha derivado a un negocio industrial puro y duro (véase el discurso de Castro).
Con una Ana Torrent recuperada aunque algo mayor para mezclarse con los estudiantes de la edad de Amenábar, un Eduardo Noriega que ya había sido actor fetiche en sus cortos, y un estupendo Fele Martínez - aparte del cameo del mentor y productor José Luis Cuerda -, el por entonces desconocido genio filmó una película ya imprescindible por su impecable factura técnica y el desarrollo de su adictiva trama, y prácticamente en la propia Facultad de Ciencias de la Información donde él mismo estudió. Sólo se le pueden reprochar algunos pequeños fallos propios de un debut, aunque también tiene curiosidades interesantes. Todo ello va en spoiler.
La califico con un notable en lugar de muy buena, simplemente porque he visto después toda su filmografía y creo que luego ha sido capaz de superarse con creces. Aun así, está evidentemente entre sus destacados trabajos.
Mi nota: 8,5