En lo que parece ser un intento del cine francés de querer mostrarse diverso e incluyente, este pequeño drama comedia tiene como marco la 'Primavera árabe' en un suburbio de Túnez; sin embrago la historia apenas muerde el contexto retratando de manera muy superficial las complejidades urbanas y personales que conlleva un cambio de régimen: el burocratismo reducido a una venta de pantaletas.

La premisa es atractiva, pues Selma (sostenible Golshifteh Farahani) romperá su burbuja universitaria para tratar de dar terapia psicoanalítica en su versión más tropicalizada en un contexto social que se supone es estresante y proclive al estrés postraumático, y por ende urgente de terapia; pero que decide centrarse en generar una serie de situaciones cómicas con personajes a veces exagerados con un tono cómico apenas sostenible; a excepción del policía, presentado como una especie de posible interés romántico.

Aunado al tema del cambio social, está también el de la espiritual medianamente el personaje de imán que trata de hacer un puente entre la fe y la salud mental, pero que no queda muy claro; y Ad hoc a los tiempos actuales, hay un personaje juvenil que refleja el espíritu de cambio en las mujeres contra las conductas coercitivas de género impuestos por una religiosidad cada vez más arcaica (islamismo), un personaje al parecer reflejo inconsciente de la misma protagonista que tendrá su punto más alto al ser salvada por una figura masculina parecida a Freud.

Si no fuera suficiente, también está el tema de las preferencias sexuales en un contexto súperconservador, así como el significado del rito de casamiento como vía de escape o prisión para las mujeres; pero abordado muy circunstancialmente. Pese a tener un buen cóctel de temas (el que mucho abarca poco aprieta), la amalgama entre todo estos ingredientes no lograr solidificar, rematando con un final por una parte complaciente, pero también por otro, realista mágico (visión del inconsciente); un punto de vista que pudo haber favorecido mucho mejor a la cinta.