No he visto ninguna película de Honoré, creo. Siguiendo con las pelis en cartelera de MUBI, y más o menos atravesando sus ciclos, me decidí por ésta, después de haber leído las reseñas aquí y comprobar que podía estar bien. Y sí, me ha gustado mucho. No me entusiasman los musicales, la verdad es que no es mi género favorito, pero si son cintas especiales, como Bailar en la oscuridad, La la land (La ciudad de las estrellas) o la más reciente Annette, entonces sí. Vamos a ver, esta peli de ahora no llega a la cumbre del film de Carax, pero tiene algo. No sólo es deliciosa, sino que va más allá del simple momento de placer, queda en el recuerdo, y diré más aún: está cerca de ser una obra maestra.

No sé cómo lo han hecho, pero es así. El resultado es una historia conmovedora (a pesar de que tiene elementos de pura ligereza y hasta de impostura, sobre todo en los dos personajes principales, Ismaël y Alice), que consigue arrancar una sonrisa al espectador, que al final se deleita en la pura magia de las canciones, susurradas a media voz durante todo el metraje. Digamos, para hacer una mala comparación, que el filme destila toda la magia pop de El otro lado de la cama (y Los dos lados de la cama), pero aquí es incluso mejor. ¿Por qué?, por la calidad de las letras, precisamente. Lo que en las cintas españolas era una reinterpretación de las canciones pegadizas de los años 80, aquí son letras muy cuidadas, originales de Alex Beaupain, que es el cantante que sale en cierto momento, por cierto. Sin esto, y por supuesto sin la gracia y la ligereza de los actores (Garrel, Mastroianni, Hesme, Sagnier), la película se quedaría en agua de borrajas.

En cambio, tenemos la magia de un París invernal, con una cinematografía preciosa, delicada de Rémy Chevrin, a quien seguiré a partir de ahora. La edición de Chantal Hymans también hay que tenerla en cuenta, porque, a fin de cuentas, el montaje lo es todo. Es una peli muy literaria, hay que advertirlo, y eso podrá perjudicar o molestar a los que van buscando una historia made in Hollywood. Es francesa a más no poder, ya desde los mismos rótulos de entrada, con esa división de la historia en tres partes (¿hay algo más literario que eso?), y esa manía de leer todo el tiempo, estilo Godard. De hecho, Honoré reedita, de una manera muy sutil, el espíritu de la Nouvelle Vague, no en vano Louis Garrel es hijo de Philippe Garrel, el director que ha continuado el espíritu de aquella gente, y con el que ha hecho muchas de sus películas. Al trabajar casi siempre con los mismos actores, hace que sus pelis tengan un sello propio, y este sello es inconfundible.

Decir también que es un musical atípico, no sólo porque sus "números" musicales no son tal, sino que aparecen de repente, en las circunstancias cotidianas, y de la forma más natural. Y luego, que no estamos ante una comedia (aunque lo parece) sino ante un drama, muy sentido, bajo su capa de levedad francesa, frívola. El personaje de Garrel, Ismaël, aunque pueda parecer que es un pijo sin sentimientos, está herido, muerto de dolor. En su huida hacia adelante, se topa con extraños personajes, y estos dos son los protagonistas de las partes 2 y 3: Jeanne (Chiara Mastroiianni) y Erwann (Grégoire Leprince-Ringuet). Alice, su compañera de trabajo y ocasional amante, está un poco desplazada, pero atención a la actriz que la interpreta, Clotilde Hesme, de una belleza terrible, uno tiene que hacer un esfuerzo para no enamorarse de ella. Es curioso que sea aquí, en lo más terrible del dolor, que aflore la pura poesía de la redención, de la posible cura. Estamos, ya digo, ante una obra maestra, no absoluta, pero casi.