The Nigth Of

Así, absorto, comatosamente sumergido, aislado de cualquier otra realidad, en estado de absoluta y obsesiva abstracción, me han mantenido los ocho episodios de la serie “The Nigth Of”, sigilosamente extraviada en los cada vez más extensos dominios del fascinante universo de Netflix. Y los creadores de esta apasionante maravilla, de este apabullante relato, abyecto y sombrío, pavorosamente real y perfectamente adaptado al lenguaje cinematográfico, no son otros que los estadounidense Steven Zaillian, reconocido guionista y director, y Richard Price, escritor de novela negra al que los críticos comparan nada menos que con Raymond Chandler, cuyas ficciones fueron llevadas al cine en innumerables ocasiones.
Al margen de su palpitante argumento, la serie se precipita a tumba abierta al interior de las cloacas del sistema judicial y penitenciario de EE.UU. para descubrirnos que los sótanos de la gran mansión están tan abandonados que las ratas se enseñorean por su interior con la misma displicente naturalidad con la que los señores se pavonean sobre las elegantes alfombras de las estancias superiores.
Lacera como un latigazo la lamentable e injusta desigualdad que se ceba con las clases sociales más bajas en las que su condición racial -negros, latinos e inmigrantes musulmanes- parece sospechosamente determinante.
Y permítanme una breve introducción. El sistema penitenciario de la Unión no contempla la reinserción como concepto reparador y terapéutico. Las penas, en general, son severas y, como consecuencia, largas. De ahí que las cárceles estén abarrotadas. De hecho, Estados Unidos es el país del mundo -muy distante de China ocupando el segundo lugar- con más ciudadanos presos. Además, dos tercios de éstos, reinciden y vuelven a la cárcel antes de cumplir tres años en libertad. Otros tres cuartos son detenidos antes de que pasen cinco años. Y en esos recintos insalubres, insuficientes y mal ventilados, los reos se prostituyen, impera la ley de la selva, los más débiles sufren el abuso inmisericorde de los fuertes y son indisolubles los lazos de corrupción entre guardianes y reclusos. Sin embargo, incomprensible paradoja, el Gobierno Federal invierte 80.000 millones de dólares al año en el sistema de prisiones, partida ostensiblemente superior a la destinada en el área de la educación.
Todas estas cuestiones y otras más se diseccionan con escalofriante realismo en “The Nigth of”. El actor y músico británico Riz Ahmed da vida al joven Nasir, hijo de una honrada familia mulsumana de origen pakistaní. El descenso a los infiernos de Nasir se refleja en su mirada a través de sus enormes ojos negros; una mirada que va mutando desde la angustia y el miedo a la desesperación y el odio a medida que la dura experiencia carcelaria va horadando, como la gota en la piedra, su candorosa inocencia.
Y créanme, nada hubiera sido igual en el desarrollo de la serie sin la presencia de ese formidable actor que es John Turturro. Interpreta a John Stone, un abogado que vive de las migajas de clientes de poca monta a los que pesca en los recintos de la prisión preventiva en la comisaría de su distrito. Stone, lleno de inseguridades, desaliñado, con baja autoestima, afectado por un rabioso y virulento eczema en los pies que le producen picores insoportables y le obligan a caminar con sandalias, es un personaje entrañable, profundamentue humano y pertrechado bajo un particularísimo sentido de la ética, a la manera de un quijote urbano serpenteando infatigable por el dantesco alcantarillado de la marginación y la pobreza en los barrios más desamparados de la Gran Manzana. Véanla, me lo agradecerán.

Emilio Castelló Barreneche