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España España · Sto. Domingo de la Calzada
Voto de Jonthans:
6
Romance. Comedia Andie Anderson es una periodista que debe terminar un reportaje poco usual y dispone tan sólo de diez días. Se trata de escribir, basándose en experiencias de primera mano, sobre las cosas que las mujeres hacen sin querer y que provocan el alejamiento de los hombres. Para ello tiene que conseguir que un chico se enamore de ella y luego cometer todos los errores posibles para que la deje. El hombre elegido es el cotizado soltero Benjamin ... [+]
9 de julio de 2016
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy casi preparado para eliminar de mi cabeza todas aquellas películas en las que la gente hace apuestas sobre si se enamorarán o no. Los personajes son majos cuando quieren ser realmente malos, y son bastante crueles cuando intentan ser más o menos agradables.
En el cine lo más fácil es sentir simpatía por dos personas que aparentemente se están enamorando. Lo más duro es tener que sentírla por dos personas que están rechazando que sienten de verdad este sentimiento, engañandose la una a la otra y provocando dolor a un corazón ciego y confiado. Esto aparentemente es comedia sólo según la definición del diccionario... En la vida real, es una mierda desagradable y entristece al público.
Matthew McConaughey y Kate Hudson son los protagonistas, dos jóvenes que son como peones en un juego sexual para los que injustamente somos privados de su desarrollo. Él trabaja en una agencia publicitaria, ella lo hace en una revista que es como "Cosmopolitan" por decirlo de alguna manera. Ella le vende la descabellada idea de un artículo a su redatora sobre cómo seducir a un pobre chico y después deshacerse de él en 10 días como si fuese simple basura, ni síquiera personifican ni hay una trama que nos lleve a "conocer a estos dos buenos chicos" ya que acaban juntos por un conspirador traidor.
Obviamente, se enamoran el uno del otro hasta la médula... No hace falta ni decirlo. Pero se enamoran de una forma deliberada, ella crea escenas inaguantables en las que ningún hombre sabría ni como actuar, como ponerle un ridiculo mote a su pene,
Él acepta para la desgracia de ella todos esos malos tratos porque tiene su propia apuesta que ganar y tambien porque, ostias, se ha enamorado de ese pedazo de bombón de inadaptación narcisista. Eso nos deja sólo con una escena a la que anticiparnos o a la que temer: el inevitable momento en el que ambos descubran que el otro ha hecho una apuesta. En un momento como ése, una pareja razonablemente inteligente volvería a apostar, se reirían y seguidamente le pondrían la guinda al asunto en el motel más cercano. Pero no, estos personajes descienden de las moribundas ideas ficticias de épocas remotas y deben de reaccionar con horror, salir por patas presos del dolor autoflajelado y prepararse incluso como para largarse con lo puesto bien lejos de la ciudad. Mientras todo eso va pasando nosotros sentados en el sofa de casa hacemos pequeñas cábalas... apuestas sobre cual será la suma de la capacidad intelectual de ambos.
Jonthans
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