Yo diría que estamos ante una de esas películas visionarias de los noventa.
Un hombre casado con una mujer que está como una acelga quiere tener un hijo de su propia sangre.
Y por supuesto se busca la vida.
Basándonos que el relato está ambientado en 1868, la concepción de una madre de alquiler no deja sino de llamar la atención del actual estado de las cosas.
El guionista fue todo un visionario, y me gustan las películas que tratan de ésto precisamente, cuando tratan un tema que podría rayar con la actualidad casi sin querer, como si el creador de dicha obra se imaginara cómo sería el futuro.
Como dicen algunos , las películas de ciencia ficción lejos de ser algo increíble quizás en un futuro podrían acabar convirtiéndose en real, así ocurre en "A la luz del fuego", por eso es tan especial, raya el foco actual de la infertilidad. protagonizada por la correcta Sophie Marceau.
Recién destetada de "Braveheart", Sophie hace una actuación tan descafeinada y delgada que parece que fuera a desaparecer, pero sin embargo se mantiene erguida en medio de la tormenta, y nos ofrece una historia maravillosa, poco vista e inteligente, en la que comparte amistad con Stephen Dillane. No es que juntos tengan una gran química que destaquen por las chispas que estallan entre ellos cada vez que se miran, que hablan...no son de esas parejas. No te mentiré, si lo que buscas en una película de época de esas con un épico romance a lo "Cumbres Borrascosas", esta no es tu película.
Pero si lo que buscas es una historia de amor bien contada y correcta sí es una opción. Dominique Belcourt borda el papel de niña amargada y malcriada, y el resto del reparto es bueno, pero lo mejor es el guión y la originalidad con la que está rodada, rodeada por mar por todas partes. Cuenta con una parte mágica, la descripción del fuego, pero es el agua curiosamente lo único que yo veo, la maravillosa y amada agua.