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Voto de Palmer:
7
Aventuras. Drama Superproducción sobre la historia bíblica de Barrabás, el criminal que fue indultado por Poncio Pilatos en lugar de Jesucristo. Su libertad significó, pues, la crucifixión del nazareno, hecho que lo atormentó durante el resto de su agitada vida, en la que antes fue preso y obligado a trabajar cómo esclavo en las minas de azufre para después convertirse en gladiador en Roma hasta por fin ser hombre libre y enfrentarse nuevamente a la muerte. (FILMAFFINITY) [+]
4 de junio de 2009
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pär Lagerkvist logró en la mayoría de sus textos, dejarnos un sentimiento de fe, no en términos religiosos precisamente, sí, en lo que respecta al hombre y su porvenir.
El camino que debíamos recorrer era inevitablemente el sufrimiento, ya sea el de ser Piccolino, el enano o el verdugo, y reconocer nuestra existencia en ellos. En Barrabás la incertidumbre es llevada a la tumba.
La intuición de la existencia de Dios es un constante sufrimiento y es vivido en carne propia por quien lleva la carga de la muerte de Jesús. Esa inconstancia se encuadra en el interior de Barrabás al ensayar su debilidad eminentemente humana frente al rostro de Dios (sufre por no entender sus premisas) y, sin embargo, preponderar su suerte o la caprichosa elección de alguien divino al dejarlo vivir: "te has llevado mi vida", dice.
Es en medio de esta indecisión que por fin elige y convencido, obra en nombre de Dios, en nombre de su mundanidad: ser cristiano. En sus ojos brilla la destrucción para la creación: ha entendido la palabra de Dios ¡literalmente! No es sólo Nerón quien engulle la ciudad en llamas, es también Dios, es el Dios de Barrabás, el hombre paria, nacido de una puta que antes de parirlo lo maldijo. Barrabás cree; y parece un niño jugando con fósforos, porque no es la fe lo que lo conduce, es el placer por la destrucción lo que lleva a unirlo a la “función”, como podría denominar Nerón al incendio (mientras tocaba una flauta decía, que hermoso el canto que me acompaña, esto al referirse al grito de los cuerpos en llamas). Barrabás nunca cambió, sólo mutó su condición geográfico y al contrario de lo que creía el verdadero mártir de la película, Sahek, su vida no tenía un propósito más que el de sacrificar absurdamente a la gente que ni siquiera lo distinguía más allá de su condición de intercambiado, aquellos que habían entendido la metáfora en las prédicas, los que fueron señalados como creadores del incendio.
La conversación en la mazmorra con los cristianos perturba en cuanto demuestra la ignorancia de Barrabás respecto a la fe y además, remueve el sentimiento de culpabilidad por cuanto es él quien en última decisión (con lienzo en mano) se admite como cristiano y propone un “nuevo mundo” a vista y paciencia de los romanos que además, estaban en busca de un culpable y que mejor que englobar su locura en la religión que iba en contra de los principios del Estado.
Él responde a un estímulo, es decir el incendio, y lo relaciona con la venida del Mesías y la consiguiente separación entre pecadores y salvados y es frente al miedo que decide “no volver a fallarle a Dios”. Ante ese indicio evidente de destrucción apocalíptica, prefiere ser el salvado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Palmer
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