Grata sorpresa la de esta película. Tan sencilla como entretenida. Desde el inicio simpatizas con esta pareja de almas en pena. Una Keira Knightley estupenda, en uno de sus mejores trabajos, y un Mark Ruffalo en un papel que le va como anillo al dedo.

Juntos nos regalan una historia sobre esos momentos jodidos de la vida, cuando no ves más allá, cuando piensas que todo se ha acabado. Y ahí los tenemos, superándolo con lo único que les queda. La música.