Suscribo todo lo dicho en las críticas que preceden a la mía.

Creo necesario añadir algo que no se menciona en ninguna de ellas: la aportación de Max Steiner, que nos ofrece una banda sonora en la que destacan los subrayados siniestros que acompañan las apariciones de E.G. Robinson y su tema de amor. Ambos aparecen ya en los títulos de crédito muy bien acoplados y que preludian en ochenta segundos un excelente trabajo musical.