El marido, un hombre bastante patán e inexpresivo que parece ser el tipo de hombre al que se le perdona todo porque "el pobre no da para más" y es un simplón, no resulta ser el culpable finalmente, es más, él es la víctima de una elaborada trama urdida por su esposa, una loca psicótica que se comporta ante los demás como una abnegada, inteligente y cariñosa mujer que en realidad utiliza su apariencia angelical como máscara para vengarse de su marido, no se sabe muy bien por qué, simulando su propia muerte para incriminarlo. ¿No es acaso esta intrincada trama la puesta en escena de una de las fantasías misóginas más siniestra? El hombre que señalado de maltratar a su esposa alega que todo es una farsa, que su mujer lo finge todo para inculparlo, pues lejos de ser victimario él es la víctima.

Pero la película va más lejos aun en esta misma dirección: en una escena posterior nos muestra a un exnovio de Amy, que cuenta cómo ella lo convenció de tener sexo duro, para luego acusarlo de violación. Aquí tenemos el mito misógino por excelencia: la mujer que finge haber sido violada, que simula incluso sus golpes y vejaciones para obtener lo que desea. Y que tristemente le da alas a declaraciones tan machistas y repulsivas como la de Cañete, que tiene miedo de meterse en los ascensores con mujeres "por si se arrancan el sujetador" y le acusan de violador.

En otra escena, la detective que investiga el caso comenta que en toda situación “la respuesta más obvia es siempre la correcta”. Sobre esta película se está discutiendo mucho sobre que si la protagonista es en realidad una heroína del nuevo feminismo, que si simboliza la venganza de las mujeres contra el patriarcado, que la trama es satírica, que la historia fue escrita por una mujer, que en realidad está mostrando el fondo conflictivo del matrimonio, blablablá. Que nadie se lleve a engaño: la película puede parecer misógina y tener una trama misógina, pero ES realmente una película misógina.