Paul Newman realiza una excelente interpretación, asistido por un estupendo reparto secundario, entre los que destaca George Kennedy, sobresaliente como líder de los convictos y que, en mi opinión, es lo mejor de la película.

El film intenta desarrollar una fábula antiautoritaria, que condena la crueldad del despotismo, la violencia del abuso de poder, los caprichos del mando totalitario y el sadismo de los jefes incompetentes. El problema es que al mismo tiempo intenta hacer a todos los presos más humanos que todas las autoridades carcelarias y, para mí, ambas cosas no casan.

A veces esta película se parece a Espartaco, pero en aquella las motivaciones estaban más justificadas. El personaje de Luke (Paul Newman) me aburre. Es indomable, vale, pero ¿qué más? No sabes mucho de él, de su pasado, ¿por qué se comporta así? Y esto hace que no empatices con él (gran problema, teniendo en cuenta que es el protagonista). Las dos escenas míticas, la de los huevos y la de la mujer lavando el coche, son inútiles. La de la mujer es una completa pérdida de tiempo, ya que no aporta nada al personaje ni a la trama. La de los huevos aporta un poco al personaje, pero para estar 15 minutos... demasiado tiempo. No se justifica la forma en que Luke se gana la simpatía de sus compañeros.

A pesar de todo, se puede pasar un buen rato, la fotografía es buena y hay momentos entretenidos. Me lo pasé bien viéndola y es buena película, pero nada más.

Nota: 7/10