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Voto de mugiwara38skr:
8
8,0
3.145
Drama
Rusia, siglo XVI. Segunda parte: Iván el Terrible vuelve a Moscú, donde los boyardos (nobles terratenientes rusos) siguen conspirando contra él y consiguen incluso el apoyo de la tía del Zar, que quiere ver a su hijo (un incapacitado mental) sentado en el trono y convertido en cabeza de la Iglesia rusa, la cual, mientras tanto, acusa a Iván de herejía. Pero el Zar se adelanta al complot urdido contra él y elimina a sus enemigos con ... [+]
18 de octubre de 2023
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Del mismo modo que hay una gran importancia cuando hablamos con alguien en la comunicación no verbal, también entendemos que cuando nos comunicamos por chat o únicamente por voz, a menudo tenemos que puntualizar ciertas cosas porque no tenemos esas gesticulaciones que nos ayudan. Este primer comentario únicamente me sirve para hablar de la diferenciación del qué en relación a el cómo. Dentro de nuestro lenguaje podemos estar describiendo una postura, pero que un montón de aspectos como el tono o la mirada muestran que hay que interpretar que a todo lo que decimos hay que invertirlo.
En cualquier arte se distingue el cómo del qué. Si miramos, por ejemplo, un cuadro de Joaquín Sorolla, como podría ser Chicos en la playa, el qué es exactamente igual al título del cuadro. Entonces... ¿por qué es famoso ese cuadro? Por el cómo. El efecto del reflejo del agua sobre la arena, los brillos en los cuerpos de los niños, el cómo esas imágenes nos transporta nuestra mente a cuando hemos estado en el borde de una playa...
El cine es un arte colectivo que ha ido evolucionando muchísimo desde que empezó a contar historias narrativas al comienzo del siglo XX. Esta película de la que arranco a hablar tras este largo prólogo, es un claro ejemplo de culminación de muchos de los estudios de una de las figuras que más revolucionó este arte en su origen. Eisenstein.
Iván el Terrible: La conjura de los boyardos es una película narrativamente, difícil de seguir, no tiene una particular coherencia narrativa y con el pretexto de: a Iván le quieren derrocar de distintos frentes; con este argumento se podrían definir los sucesos de la película. Que vamos a ver, su simpleza no debería de quitar su efectividad, la sensación que tengo es que Eisenstein no es particularmente habilidoso a la hora de proponer diálogos y que la dirección de actores a veces es muy teatral cuando tienen que decir un par de líneas, pero aun así la peli es magnífica. ¿Y por qué es magnífica si estoy diciendo que veo en ella aspectos muy mejorables?
Esta película es un hito en el cómo. Es una película estrenada en 1958, aunque terminada de rodar hacia 1946. Aun así usa unos encuadres y un lenguaje muy cercanos al cine mudo de los años 20, y más cercano al expresionismo que al cine soviético de esos años. Iván es un personaje enorme, de aspecto terrorífico e imponente. Sin ver la peli, solo debes fijarte en sus portadas, en las que se ve una silueta muy singular.
En definitiva, la película es un triunfo en cuando a lo visual. Es una película con la que aprendes a hacer cine, porque esta hecha por un fuera de serie que, en mi opinión, da un salto enorme de su primera parte con respecto a esta. Ahora bien, narrativamente es una película difícil de ver, pese a que apenas dure 80 minutos, lo cual la puede convertir en una experiencia tortuosa para un espectador que llegue de nuevas.
En cualquier arte se distingue el cómo del qué. Si miramos, por ejemplo, un cuadro de Joaquín Sorolla, como podría ser Chicos en la playa, el qué es exactamente igual al título del cuadro. Entonces... ¿por qué es famoso ese cuadro? Por el cómo. El efecto del reflejo del agua sobre la arena, los brillos en los cuerpos de los niños, el cómo esas imágenes nos transporta nuestra mente a cuando hemos estado en el borde de una playa...
El cine es un arte colectivo que ha ido evolucionando muchísimo desde que empezó a contar historias narrativas al comienzo del siglo XX. Esta película de la que arranco a hablar tras este largo prólogo, es un claro ejemplo de culminación de muchos de los estudios de una de las figuras que más revolucionó este arte en su origen. Eisenstein.
Iván el Terrible: La conjura de los boyardos es una película narrativamente, difícil de seguir, no tiene una particular coherencia narrativa y con el pretexto de: a Iván le quieren derrocar de distintos frentes; con este argumento se podrían definir los sucesos de la película. Que vamos a ver, su simpleza no debería de quitar su efectividad, la sensación que tengo es que Eisenstein no es particularmente habilidoso a la hora de proponer diálogos y que la dirección de actores a veces es muy teatral cuando tienen que decir un par de líneas, pero aun así la peli es magnífica. ¿Y por qué es magnífica si estoy diciendo que veo en ella aspectos muy mejorables?
Esta película es un hito en el cómo. Es una película estrenada en 1958, aunque terminada de rodar hacia 1946. Aun así usa unos encuadres y un lenguaje muy cercanos al cine mudo de los años 20, y más cercano al expresionismo que al cine soviético de esos años. Iván es un personaje enorme, de aspecto terrorífico e imponente. Sin ver la peli, solo debes fijarte en sus portadas, en las que se ve una silueta muy singular.
En definitiva, la película es un triunfo en cuando a lo visual. Es una película con la que aprendes a hacer cine, porque esta hecha por un fuera de serie que, en mi opinión, da un salto enorme de su primera parte con respecto a esta. Ahora bien, narrativamente es una película difícil de ver, pese a que apenas dure 80 minutos, lo cual la puede convertir en una experiencia tortuosa para un espectador que llegue de nuevas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Tiene demasiado tiempo para que sea un spoiler, pero aun así lo incluyo aquí para resguardar a algún compañero de ella, pero cuando la película, tras más de 50 minutos en blanco y negro, arranca su escena culmen en un precioso tecnicolor para retratar esa fiesta, creo que es cuando alcanza la grandeza.
El blanco y negro es un cine que agradece mucho los contrastes, los claro oscuros y muchos aspectos. En color no se puede ser tan claro y expresivo, pero aquí el director quiere hacer usos de luz similares en color, lo cual se ve hoy raro, porque parece muy artificial, pero dentro de todo el aura que se ha construido, convence bastante.
El blanco y negro es un cine que agradece mucho los contrastes, los claro oscuros y muchos aspectos. En color no se puede ser tan claro y expresivo, pero aquí el director quiere hacer usos de luz similares en color, lo cual se ve hoy raro, porque parece muy artificial, pero dentro de todo el aura que se ha construido, convence bastante.