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España España · Badajoz
Voto de Pachón :
9
Aventuras. Acción. Drama Año 1876. El capitán Nathan Algren es un hombre que sobrevive atormentado por los recuerdos de la Guerra Civil (1861-1865) y de las campañas contra los indios, en las que participó arriesgando su vida. Desde entonces, el mundo ha cambiado radicalmente: el pragmatismo ha reemplazado al valor, el interés personal ha ocupado el lugar del sacrificio, y el sentido del honor ha desaparecido. En un país muy lejano, otro soldado ve también cómo ... [+]
20 de enero de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las expectativas empiezan a aumentar al comenzar la peli cuando el protagonista, un capitán del Séptimo de Caballería, vive una mala vida atormentado por la matanza de inocentes en un poblado indio durante la batalla de Little Bighorn. Empieza así un curioso intento de deconstrucción del western clásico a través de una rebelión en el otro lado del mundo, en el Japón, liderada por samuráis que se niegan a renunciar a su estilo de vida.

Por desgracia el drama interno del Capitán deja de tener relevancia cuando el metraje va ya por la mitad (excepto por un pequeñísimo y muy bien llevado detalle al final) y la peli pierde, para mí, bastante de su fuerza. Pero excepto por esto, todo lo demás chapó.

La puesta en escena y la ambientación son excelentes pese a que hay varios errores históricos y su representación de los hechos es un tanto romántica. La parte fuerte de la película está, obviamente, en los samuráis y por extensión las batallas, que son en este sentido espectaculares y muy épicas, de las mejores que he visto. Son escenas que se mueven entre la idealización y la más absoluta repugnancia y horror de la guerra en toda su crudeza, tal vez porque empatizamos con la épica del guerrero y la situación del soldado moderno japonés que al principio hemos conocido y que no son más que reclutas (o reclutados) asustados y que no saben muy bien que hacer. Claramente el tratamiento performativo también ayuda: muertes horrorosas al igual que las heridas y los golpes, caras de miedo y sensaciones límite. La guerra no es bonita.

Se nota que han estudiado bien para esta producción: la ética y vivir del samurái están muy bien trasladadas a la pantalla e inmediatamente se relacionan con libros de cabecera sobre el tema como el "Bushido" o el "Taiheiki" aunque se caen en una visión bastante romántica e idealizada de este guerrero del cual se contemplan casi exclusivamente los sentidos de honor y coraje ignorando su oscura implicación en otras áreas de la sociedad feudal japonesa y su transición. Pero no vamos a exigir un sesudo ensayo pues la película no intenta eso.

Más allá del propio espectáculo nipón, la desesperada rebelión samurái, liderada por el valeroso Katsumoto, ex consejero del emperador Meiji; surge como un puente para reflexionar sobre las Guerras Indias de los Estados Unidos en las que participó el Capitán, protagonista, y por ello se siente culpable. Es imposible no trazar paralelismos con la imagen del guerrero japonés a caballo, con arco y espada, y la imagen del relato americano del indio, también a caballo, arco y flecha con armas rudimentarias comparadas con aquellas de la industrialización. A través del samurái sentimos empatía con el indio y vemos lo injusto de la misión civilizatoria (pese a que el papel histórico del samurái es bastante oscuro mientras la del indio no). La guerra por la civilización también sucede en Japón, en esta película, donde el progreso-americano lo representa Omura, un magnate ferroviario cuya única motivación para aplastar la rebelión parece ser que no dañen su red de trenes y vías; mientras que el papel del otro-indio lo hacen los samuráis, obligados a renunciar a su vida. Por ser mayoritariamente un conflicto entre japoneses (con el codiciado apoyo americano de un lado), el componente interétnico no aparece y hace que pierda fuelle como deconstrucción anticolonial del western*. Además, como ya hemos dichos varias veces, la otro se romantiza e idealiza por no hablar del complejo del hombre blanco salvador que indudablemente aparece en esta película aunque, eso sí, muy matizado y hay que hacer hincapié en los buenos momentos de "choque" de civilizaciones.

Como vemos, los temas y sus tratamientos hacen que no se tan buena película como podría ser ya que, por ejemplo, el desarrollo de algunos puntos importantes se pasan por alto* y la evolución personal del Capitán se ataja rápidamente y de mala manera para dejar más espacio al drama de la acción.

Sin embargo, esto se ve compensado (parcialmente, al menos) por la dirección. No es nada nuevo ni vanguardista, es convencional, pero dentro de la convencionalidad va todo como un tiro. Usa un lenguaje que conocemos y tenemos (espectacularización, música dramática con mucha presencia, montaje dinámico, poca quietud) naturalizado, así que todo lo que ocurre y lo que quiere transmitir nos llega mucho mejor. Lo más sorprendente es la asombrosa cantidad de detalles y como se hilan esos detalles* haciendo que el mundo tenga más sentido y viveza mientras mantiene la atención del espectador y comunica ideas sin decirnos explícitamente nada a través de diálogos forzados y poco naturales*. Esta comunicación no se hace solamente a través de detalles en las escenas sino a través de las propias escenas y planos, dejando un par que recuerdan mucho al cine clásico japonés.

Así pues, "El último samurái", es una película que tienes sus lastres aquí y allá pero que en conjunto es una obra mucho más que funcional, rozando la cumbre, que merece ser recordada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pachón
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