Siempre he creído que la clave para comprender la diferencia entre el buen arte y el mal arte radica en conocer el bueno, y es que nadie clamará al cielo al ver una obra de Miró si antes ha conocido a Miguel Angel.
Nadie trasnochará por 50 Sombras de Grey si antes lo hizo con Cervantes
Nadie sentirá un escalofrió recorrer su espalda escuchando a David Bisbal si antes ha invadido Polonia acompañado de Wagner
Nadie salivará por un triste prosciutto si antes saboreó un buen jamón. (Insertar a Bertín Osborne)
Nadie pordrá satisfacer sus ansias, y atarlas tan fuertemente tras ver Das Boot

No tengo una gran base en lo que ha cine bélico se refiere; alejado de la nostalgia que me genera ver el único cine que compartía con mi abuelo, mi falta de experiencia limita mi criterio al procurar colocar esta cina entre sus competidoras, pero, aun con esa falla, tengo claro por qué esta película merece su nombre.

Esta cinta tiene absolutamente todo lo que yo podría pedir a una película de este género, así pues:
-Como trata un conflicto bélico: Los conflictos, al contrario de lo que mucha gente se podría creer, rara vez existe una autentica dicotomía entre los buenos y los malos, particularmente entre los soldados que libran el propio conflicto. Aquí, se maneja esa disyuntiva con una brillante estrategia; simplemente se omite. Aquí no hay un héroe acompañado por su bandera, aquí solo hay hombres, en un lado o a otro de la frontera.
-Identidad y personalidad de los soldados: No se equivoquen, aquí no hay personalidades arrolladoras, ni frases célebres que podrían estar escritas en verso. Una vez más, solo soldados, unos más entrañables, otros más gilipollas, unos más valientes, otros más cobardes, unos más pasivos, otros más belicosos; ni poetas, ni filósofos, solo soldados.
-Sencillez: Hay un detalle que describe perfectamente la sencillez que desprende la cinta, y con ello logra impregnar la narrativa con un tinte más realista. Tras un momento de tensión, el operador de radio susurra: “Tenemos malas noticias”. Cualquiera podría pensar (yo incluido) que se acercaba un “oh, tenemos un fallo muy poco conveniente en un componente que nos llevará una situación de tensión”, en cambio, se nos comunica un simple: “Vamos perdiendo 5-0, no llegaremos a la final”. Podría parecer una estupidez que solo completa los más de 200 minutos, pero ese momento da a conocer una realidad omitida en la inmensa mayoría de las películas bélicas; la sencillez de sus personajes, y como estos, en los momentos más tensos o supuestamente dramáticos, pueden encontrar refugio en algo tan banal en la guerra como el futbol, y es que al final eran solo niños.
-Humanidad: Probablemente lo más importante de todo, y el director lo plasma impecablemente con al menos dos de las aptitudes emblemáticamente humanas: La arrogancia, y la empatía. La primera, un capitán, con atributos humanos, comete errores humanos, y entre ellos, está el de la arrogancia, que le lleva a casi matar a toda su tripulación. Da igual cuan carismático sea, cuan sabio, o cuan buen líder él o los otros lo consideren, acompañado por el respeto que genera, este desprende arrogancia, prepotencia, es solo un hombre.
La empatía se nos presenta de forma auténticamente demoledora, una decena de soldados, tras ver la muerte llamar a su puerta, y por un golpe de suerte, burlarla, rompen a llorar al ver como otros, sus iguales, se sumergen en la fría mar, a llorar por su inminente destino, al fin y al cabo solo son humanos.

-La guerra: Da igual si eres de los buenos, o eres de los malos, da igual si sientes, o padeces, si eres valiente o cobarde, brillante o imbécil, el que vive por la espada, muere por la espada; y el que no lo haga, será condenado a ver la colecta desde la distancia.