El propio Wilder despotricaba de lo inútil que le parecía realizar una nueva versión sobre una pieza teatral que ya había sido llevada a la pantalla con gran eficacia por Howard Hawks con “Luna nueva” casi cuarenta años antes. Creía que nada nuevo que mereciese la pena podría aportarse. Sin embargo, el director termina por elaborar una excelente película que, aunque sigue la misma pauta argumental, imbuye a los personajes de un carácter propio y diferenciado. Así estos, aun dentro del tono de divertida comedia, se muestran con mayor crudeza como gentes sin escrúpulos; lo cual da a la cinta un aire cínico y sarcástico que supone una original variación tanto sobre la pieza primigenia como sobre la versión de Hawks. Para llevar esto a cabo realiza un magnífico trabajo con los diálogos que se convierten en una arma arrojadiza de primer orden para las brillantes interpretaciones de Walter Matthau y Jack Lemon.

Si tuviese que escoger entre “Primera plana” y “Luna nueva” francamente no sabría con cuál quedarme. Supongo que dependiendo del momento. Para un día romántico, mejor la segunda; pero si lo que se quiere es soltar la carcajada inteligente, sin duda la elección en este caso es Billy Wilder.

El resultado final de la explosiva combinación Lemon-Matthau-Wilder es una despiadada y desternillante descripción del mundo periodístico en el que por un buen reportaje algunos serían capaces de vender incluso a su madre; o como es el caso, de hacer lo posible e imposible por no dejar que una mujer aparte al mejor amigo de ese mundo sensacionalista que da prioridad al campeonato de liga antes que a un terremoto en Nicaragua con miles de muertos. Personajes que, si no fuese porque en cierta medida son reflejo también hoy de la actualidad, serían carne de psicoanalista.

Para terminar y ya que hablamos del psicoanálisis... Se dice que Wilder tenía una especial aversión a Freud, y no desaprovechó la ocasión para vengarse de él recreando en esta película el personaje del psiquiatra, cuyos diálogos dejan momentos memorables:

"Psiquiatra: ¿Tuvo una niñez desgraciada?

Condenado: Pues no, tuve una niñez perfectamente normal.

Psiquiatra: Ya. Deseaba matar a su padre y dormir con su madre.

Condenado: Si va a empezar a decir guarradas...

Psiquiatra: Muy significativo. Su padre llevaba uniforme, igual que aquel policía, y cuando él desenfundó la pistola, símbolo fálico inequívoco, usted creyó que era su padre y que iba a utilizarla para atacar a su madre.

Condenado: Está loco..."