La vida de los soldados rusos caídos en manos de los nazis durante la II Guerra Mundial, estaba marcada por el sello de la muerte. Las matanzas de prisioneros eran el pan nuestro de cada día en el despiadado frente del Este.

Los protagonistas de la película son tanquistas soviéticos apresados en la fase decisiva de la Operación Barbarroja, y pertenecientes al reducido grupo de compatriotas que logró sobrevivir en los campos de concentración germanos hasta 1944. Año en que se ubica la acción narrada, en forma de huida a bordo de un destartalado tanque T-34.

Dota el debutante director a la historia de los ingredientes precisos para transformarla en una epopeya que exalta los valores patrióticos, en un ejercicio de estilo visto en numerosas ocasiones en las producciones americanas.

Pese a las evidentes características hiperbólicas del relato, rozando lo propagandístico, luce la cinta dos elementos de interés: el frío y seco enfrentamiento del protagonista con su captor alemán; y las batallas libradas por los blindados, contadas con brío y acompañadas de una música que les profiere una emoción que sin duda agradará a los amantes del cine bélico