A todos aquellos que nos gusta el deporte, ésta historia basada en hechos reales debe ser de obligada visión. En el mundo del deporte hay muchos entresijos, más allá de lo que se ve en pantalla y los deportistas. Detrás hay muchos intereses, mucho dinero que se maneja, muchas horas de estudio para que un proyecto salga adelante.

La historia se basa en la vida de un director deportivo de un equipo de béisbol americano que desea meterse en el grupo de los elegidos a optar por el título de liga, pero existe un problema y muy gordo. La diferencia presupuestaria entre su equipo y los favoritos es casi el triple y así es muy complicado. Entre sus grandes ideas, opta por un ayudante joven, el cual se maneja entre números y estadísticas, así que él cree que se puede hacer un equipo importante a partir de usar a determinados jugadores, explotando al máximo, aquella virtud en la cual sobresale.

La dinámica es especular, como se hablan de números y cifras y donde detrás de cada cifra existe un jugador y una familia. El director se permite la licencia de presentar en pantalla las operaciones en tiempo récord, pero a esa velocidad...no hay Dios que se lo crea. Tampoco me convence la edad del personaje de Jonah Hill, si me cuentas algo que ocurrió en realidad, no me puedes poner a un chaval a tomar decisiones importantes en un equipo profesional con un presupuesto de casi 40 millones de dólares, no, no y no. Y menos aún cuando describen durante la película al personaje, antes era guardia de seguridad y me pones a Hill, todo muy correcto.
Brad Pitt está genial en su papel, muy creíble y esa relación con su hija que no está nada forzada, sino que es parte del procedimiento que iremos descubriendo con el paso de los minutos finales. Y en especial, sigo insistiendo que cualquier película donde Philip Seymour Hoffman aparezca, es motivo suficiente para ello.

Una decisión arriesgada, muy arriesgada para la época, donde te ibas a fiar más de un chaval y su ordenador, que de veteranos con más de 29 años de experiencia. Ahí es nada.