Que alguien antes que nada le de tres hostias a Jorge Clemente y le expliqué que los personajes hay que currarselos, documentarse, escuchar historias sobre ellos para crear algo creíble. Un chico que sufre bullying no es poner cara de gilipollas todo el rato. Poco me faltó para atravesar la pantalla y dárselas yo mismo. Qué diferente lo de Emilio Palacios, sufre lo mismo, pero está peleado con el mundo y lo lleva de otra manera, mucho más natural. Al otro lo dicho, un par de hostias y a otra cosa mariposa.

Está bien la propuesta del director de embarcarse en un problema actual en nuestra sociedad e intentar mojarse explicando cómo es la vida de estas personas que lo sufren, pero no creo que la forma, ni el mensaje sean de un acierto total. No todos los sufridos se evaden con amigos, muchos están solos y no cuentan el problema. Otros no se refugian en el alcohol o en las drogas, eso es un parche a una gran dificultad. Tampoco me cuadra. Pensar en el suicidio se lo compro. El resto mucho menos.

Me hubiese gustado más ver una historia con más soluciones que es de lo que realmente se trata. La locura que sufre el chaval va más en su forma de ser que lo que sufre en el colegio, por eso no me termina de convencer todo esto.

Beatriz Medina me ha encantado y su caracterización muy trabajada para hacerla real.