Una vida maravillosa no es la típica película romántica, donde siempre suena una música encantadora de fondo y cuando los protagonistas se enamoran, comienzan a bailar todos a su alrededor. Nada más lejos de la realidad.

Trata de la realidad más cruel, de aquella que jamás habríamos escrito si nos dieran a escribir el libro de nuestras vidas. Donde la gente realmente importante se va mucho antes del tiempo pactado, donde comienzas a ver el mundo no como un lugar para disfrutar, sino para sobrevivir.

Elliot es un chaval que perdió a sus padres en una tormenta en alta mar mientras navegaban, hoy día mal vive trabajando para un buen amigo, preparando el pescado para venderlo en el mercado. Su vida se resume en hielo y pescado. Pero tiene una gran afición, el amor por la música. Y es aquí donde radica la magia de ésta historia.

Todos tenemos derecho a una nueva oportunidad, da igual como se presente, pero tenemos derecho a agarrarnos a ese clavo ardiendo que puede dar un giro radical a nuestra vida.

Con un reparto espectacular, de actores que jamás había visto en mi vida, pero que me han alegrado enormemente la noche. El cantante Christopher Lund Nissen se pone el traje que mejor le sienta y deja una interpretación muy creíble de su personaje. Otra cosa muy diferente es como patean el guión en la segunda parte de la película, cuando aparece el amigo de Elliot y todo se vuelve poco creíble, cogiendo un carisma de incredulidad, que ya irán arreglando más adelante.

Tendremos parte para reír, llorar, enfadarnos, para dramatizar. Una muy grata sorpresa para comenzar el mes de junio.