No era Anacleto uno de mis cómics favoritos, allá a finales de los años 60 o principios de los 70. Es más, diré que no siempre lo leía cuando compraba el “Purgarcito” o el “DDT”; pero la verdad es que este film en él basado me ha encantado. Su director ha encontrado el punto preciso para abordar un personaje de cómic.

El papel de Anacleto en las carnes de Imanol Arias está bordado. No es el típico agente secreto español a lo Mortadelo, tan alejado de la realidad. Es un superagente secreto español creíble; alejado de James Bond, pero también de Mortadelo. Un agente creíble en un mundo casi increíble. Su hijo, interpretado por un magnífico Quim Guitierrez, resulta ser el hijo que cualquiera podríamos tener, con los mismos problemas y las mismas inquietudes que todo los demás.

Pero si el film vuela a gran altura es debido gracias a la interacción entre padre e hijo, con tantos matices que resulta imposible de desgranar. Su relación resulta conmovedora en muchas ocasiones, a pesar de la aparente dureza de Anacleto y el pasotismo de su hijo. Por último, estamos ante un film muy divertido, constantemente gracioso, sin caer para ello en el humor grueso. En definitiva, que hay que verla porque su escasa hora y media de metraje da para mucho y nunca aburre.