No se porque me decidí a ver está película, ahora al terminarla, me arrepiento enormemente. Aceptémoslo, es un tiempo irrecuperable. ¿Cómo podría describir lo que mis ojos han visto y oído?...(aunque esto algo menos).
Lo intentaré. Un conductor de autobús urbano reconvertido en poeta en sus ratos libres... ¿Posible vocación frustrada?...vete tu a saber. ¿Es un poeta que conduce autobuses? tampoco lo sé...
Desde luego tiene la vida más monótona que alguien en toda la historia de la humanidad pudiera tener.
Lo que si sé, es que la película es un aburrimiento total. Haberla visto en su totalidad, me ha provocado un extraño y molesto malestar físico. El protagonista, el inclasificable Adam Driver (actor de una sosería impresionante y, que aquí, lo demuestra fantásticamente), vive en una eterna e interminable monotonía, aburriendo hasta las ovejas.
Lo cierto es que el papel que interpreta el tal Adam, es de una inapetencia galopante, lo cual no me extraña lo más mínimo viniendo de quien viene y observando la vida que lleva este señor. Su trabajo es el mayor de los tedios y su vida amorosa y convivencia en pareja, son de una pesadez y hartura impresionante... (hasta el perro que vive con ellos, se le nota aburrido y cansado).
Ni entiendo ni comparto las buenas críticas del filme, sobre todo las de los supuestos expertos en cine. Esos seres todopoderosos llamados críticos profesionales, los cuales no sé muy bien que para alabarla de ese modo. Deben ser seres de otro planeta, porque sino no me lo explico.
En fin, no me extiendo más. Inclasificable película, la cual califican como dramática . Aunque para mí, el verdadero drama, os lo aseguro, ha sido aguantar las casi dos horas que dura la película, y haber salido indemne del experimento.