No soy muy aficionado a ver series, sobre todo por la longitud de las mismas y porque generalmente su único objetivo es aguantar en antena el mayor tiempo posible, al precio que sea. Por eso me decidí a ver esta serie "fracasada" que consta de "sólo" una temporada de 13 capítulos, después de la insistencia de un amigo. Realmente no me ha decepcionado, sino al revés; me ha proporcionado un placer casi similar al de visionar una saga como la de "El Padrino". Y es que lo primero que llama la atención es la belleza de los encuadres y el cuidado puesto en el tratamiento de la luz, tanto en interiores como en los pocos exteriores. Luego está el trabajo de los actores, comedidos y eficaces, y un trabajo de guión que pone la guinda. Existe un argumento, desarrollado a través de los capítulos en un continuum que va alcanzando cotas más altas de tensión a través de un suave in crescendo. En ese sentido, la serie funciona como una película larga, con lo que da más tiempo para caracterizar a los personajes y graduar la acción. El tema es el terrorismo internacional y los protagonistas son "analistas" de una agencia de inteligencia americana. Por debajo de la intención de entretener, con los descubrimientos y escarceos amorosos de los personajes, late la inquietante sospecha de que el "parecido con la realidad" pueda ser algo más que una mera casualidad.