Accattone quiere ser alguien, por eso dice "no me llames Vittorio, que vittorios hay muchos y Accatone solo soy yo". El tal Accattone es un chulo de putas que huye del trabajo honrado como de la peste. Como todo el cine de Pasolini, en este primer largometraje, los actores tienen ese aire de personas de la calle que dan a estas películas un aire tan especial. Hay algo de neorrealismo , algo de cinema verité, y algo de tragedia griega. Accattone es un personaje que lleva la muerte grabada en la frente, como todo rebelde irreductible. Hay algo de mesias en ese personaje que se niega a atarse a nada, como había algo de virginal en la madonna-putana de "Mamma Roma". Pasolini vulgariza lo sagrado y sacraliza lo sórdido. Una presencia constante en la película es la del humor negro, a veces directamente cruel. Los personajes, acostumbrados a la mala vida, se zahieren sin piedad, aunque a la larga siga siendo amigos. Hay violencia y supervivencia en unos escenarios degradados de arrabal, con chabolas y basureros por doquier. Y sobre estas imágenes feas, planea la belleza angélica de la música de Bach. Una nota más de ese contraste del que hablábamos antes.