Martin Scorsese es uno de los directores más elegantes, técnicos y talentosos de todos los tiempos, y la película en cuestión es una clase magistral de cine en todos los sentidos, aunque si tuviera que quedarme con algo en especial, me quedaría sin lugar a dudas con la sórdida descripción de un alma atormentada, representada en la figura de Travis Bickle (se agotan los calificativos para De Niro en esta cinta).

Uno siente realmente angustia, y se conmueve cuando asiste como mero espectador en la vida de este pobre diablo a sus últimas gotas de esperanza.

Su intrincada forma de ver el mundo, sus miedos e inseguridades, sus peculiares rarezas no tan raras para él mismo (antológica la escena de cuando Travis lleva con absoluta naturalidad en su primera cita a su admirada Cybill a ver una película porno),....todo está preparado para su camino a la autodestrucción.

Realmente estamos en presencia de un filme antológico que merita ser recordado como uno de los pilares del séptimo arte y con letras mayúsculas.

Pieza de culto u obra maestra. Pecado perdérsela.

Travis ve pasar la vida a derecha e izquierda, a través de los cristales de su taxi, empañados por el vaho de una noche fría y lluviosa.