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Voto de Reaccionario:
6
Ciencia ficción. Acción Un peligroso asesino llamado Simon Phoenix es congelado en una cárcel criógena. Años después despierta en una ciudad sin ley y con una sociedad llena de criminales, donde nadie puede evitar que cometa sus acciones favoritas. Solo Spartan, el policía que lo detuvo en 1996, y congelado por un crimen que no cometió, puede acabar con él... (FILMAFFINITY)
22 de octubre de 2012
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salvo para incondicionales en su odio a Sylvester Stallone, que de todo tiene que ver, "Demolition Man" es una película de lo más agradable de ver, una clásica cinta de acción sin descuidar para nada el humor y hasta con gotas de romance. Como se ve, la típica combinación ochentera prolongada hasta bien entrados los 90 que tan buenos resultados suele dar. En esta ocasión, el policía John Spartan (Sylvester Stallone) tiene que detener a un peligroso criminal, Simon Phoenix (Wesley Snipes) con el aliciente de estar en... el año 2032. Para semejante tarea contará con la ayuda de varios agentes entre los cuales el que más interés tiene es la teniente Lenina Huxley (Sandra Bullock), una chica algo desnortada pero bastante simpática con la que Spartan hace muy buenas migas.

Buena parte de la gracia de "Demolition Man" resida, a parte de en su trío protagonista con especial mención a un Wesley Snipes estupendo que hace hasta que te resulte entrañable su personaje, en que tanto el malo como Spartan fueron congelados en la época actual (1996) y reaparecen 36 años más tarde en una sociedad muy, pero que muy cambiada. Y no tanto por la tecnología sino por los cambios sociales, en su más amplio término. Tras un período de anarquía y violencia extrema acabó imponiéndose un tipo de sociedad supuestamente paradisiaca gracias a la manipulación genética y a una socialización estricta. Como resultado no sólo la violencia ha sido prácticamente erradicada sino que hasta el mal, el egoísmo o cualquier rasgo negativo parecen no existir.

Aquí posiblemente radique el mayor acierto de "Demolition Man", pues la película no sólo se queda en tiros, puñetazos y gracietas sino que supone una llamada de atención a lo que nos puede suceder si vamos por el mismo camino que hoy día. Alguno se consuela diciendo que lo que hace Marco Brambilla es dibujar una sociedad fascista y criticar el totalitarismo subyacente. Y como dice el refrán, "quien no se consuela, es tonto". Porque el parecido de este mundo a lo Huxley con el fascismo no sólo es nulo sino que resulta en la mayoría de los casos totalmente antitético. Sin embargo esta sociedad descrita encaja como anillo al dedo con la que pretende el progresismo reinante y lo políticamente correcto. De hecho, buena parte de las cosas que aquí salen la estamos viendo en la actualidad (por ejemplo, la prohibición del tabaco, los juguetes educativos, el rechazo a la violencia, el lenguaje políticamente correcto, la presión sobre los alimentos poco saludables, etc.), siendo defendidas además por la gente que presume de izquierdas.

El torpedo a la línea de flotación del progresismo reside en que por muy desagradable que sea la agresividad o los impulsos negativos, éstos forman parte de la naturaleza humana. Para prescindir de ella, digamos que hay que amputar parte de nuestro ser. De esta forma podemos volvernos unos corderitos, pero habremos perdido nuestro libre albedrio y nuestra propia esencia. Que este proyecto de ingeniería social es rigurosamente izquierdista resulta evidente tanto a nivel histórico, con la manía de crear una sociedad utópica en la que el mal no exista (objetivo esencial de todas las revoluciones que tanto sufrimiento ha causado) como filosófico, al considerar al hombre un trozo de arcilla al que moldear a gusto según las consignas ideológicas del iluminado de turno. Total el hombre es una hoja en blanco en la que escribir. No hay instintos, ni alma, ni prácticamente nada innato sino que todo es aprendido piensa el izquierdista, o sea, todo lo contrario de lo que plantea la derecha.
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