Cinta bastante amarga sobre el mundo del boxeo y sus conexiones con la mafia, las apuestas y la corrupción a todos los niveles. La mirada de Mark Robson es la antitética a la de la inmensa mayoría de las películas sobre este deporte. Es todo lo contrario a, por ejemplo, Rocky, pues en "Más dura será la caída" no hay grandeza en el combate, sino brutalidad. Se trata de ver simplemente a dos hombre pegándose porque no saben hacer nada en la vida para que otros se lleven el dinero o, simplemente, gocen viendo esta violencia gratuita. Esta visión, aunque no la comporto del todo, se agradece por la pasión con la que el director la defiende.

La película es un verdadero ejemplo de cine negro por el cinismo de los personajes que la pueblan, por la codicia, por la falta de escrúpulos y de moral. Ante estos hombres que caen "como manzana podridas" Humprhrey Bogart (y su mujer) y Toro consiguen enmendar sus "errores" a base de coraje y entereza. Y pese a la maldad del jefe de los mafiosos, nos acaba gustando tanto por su liderazgo, su inteligencia y su capacidad para lograr sus objetivos a cualquier precio. De hecho el plan que idea es tan difícil como atrevido y por eso sentimos cierta admiración por el personaje, magníficamente interpretado, por cierto.

"Más dura será la caída" cuenta con una excelente fotografía, un guión muy bien trabajado (se nota que es un novela) y una banda sonora a base de jazz que te mete en la historia. El principio y el final son muy buenos y entre una cosa y otra tenemos una obra dura, descarnada, con diálogos llenos de ingenio y unos personajes que se debaten entre el bien y el mal, entre el honor y la bajeza, entre no dejarse comprar o dejarse. Aquí el héroe es el gran Humphrey Bogart en un papel que le viene como anillo al dedo, en su última interpretación en pantalla. Sin duda, excelente broche final a su carrera.