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Voto de Reaccionario:
3
Drama Sam Dawson (Sean Penn) es un deficiente mental que deberá luchar por conservar la custodia de su pequeña hija, ya que el Estado considera que no está capacitado para hacerse cargo de su educación. De su defensa se encargará una prestigiosa abogada, Rita Harrison (Michelle Pfeiffer), cuyo desinterés y frialdad inicial cambiarán tras conocer a Sam, descubrir el amor que siente por su hija y comprobar su determinación por defender sus ... [+]
24 de enero de 2021
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de empezar a ver la película albergaba la sospecha de si estaba basada en unos hechos reales. Pero es cuestión de comenzar para percatarse de que lo que cuenta Jessie Nelson, que además es la guionista junto a Kristine Johnson, es una trola. Es curioso pero cabría preguntarse por qué las historias inventadas casi siempre suenan tan falsas, tan poco verosímiles, tan facilonas como ésta de "Yo soy Sam". Y diría que lo son porque cuando tenemos una realidad que no nos gusta, que no aceptamos, lo que sale de nuestra libre imaginación no puede ser más que una fantasía que satisfaga nuestros gustos personales, que concuerde con nuestras ideas, que nos haga sentirnos cómodos para calmar nuestra cobardía. Porque de lo contrario no haríamos mala literatura o cine sino buena historia, psicología o sociología. De este modo, "Yo soy Sam" arranca con una paternidad, con una crianza, con una madre, con un entorno, con un desarrollo no creíbles para acabar provocando carcajadas cuando oímos a una Michelle Pfeiffer, que estaba estupenda a sus más de cuarenta años, afirmar que es fea.

Pero si sólo fuera, digamos ciencia ficción, pues tendría un pase como simple diversión. Pero no, detrás de esta especie de fábula hay varias ideas tontas y progres. Por ejemplo, ese elogio de carambola a la estupidez al que se llega cuando se desprecia la sabiduría y la experiencia. No es casualidad que "Amelie" (2001) fuera del mismo año que ésta. Detrás de ambas películas, como de otras muchas modernas, subyace la idea que para cualquier cosa, lo importante no es el conocimiento, ni el esfuerzo, ni la práctica sino tan sólo la voluntad. Así, ser un buen padre no requiere nada más que la intención. Por eso cualquiera puedo serlo. Igualdad ante todo y en este caso además inclusión social. Pero ahora me pregunto, ¿podrá este padre atender a su hija si se pone malita o si hay alguna emergencia?, ¿podrá educarla, formarla como persona, ponerle normas?, ¿alimentarla porque no sabe ni cocinar? Claramente no. La obra no se plantea nada de esto y nos engaña con una hija maravillosa y tan madura como para nunca tener ningún roce con Sam. Como si para crecer perfecta no necesitara nada más que amor.
Reaccionario
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