Magnífica película, la he visto dos veces en veinticuatro horas, y la segunda vez aún me ha impresionado más que la primera. Le daría un diez, pero algunos detalles (menores) hace que se quede en un nueve.
Básicamente se trata de un drama de la vida cotidiana, que se desarrolla en varios lugares diferentes, unidos por un rifle que sirve de conexión azarosa de las 3 historias que se presentan y que apenas tienen nada en común, pero lo que tienen da una poderosa imagen de universalidad: los seres humanos y sus desencuentros.
El hecho de que la película se titule Babel y que la veamos doblada apenas tiene nada que ver con la marejada de fondo, puesto que no se trata de desencuentros linguísticos ni nada parecido. Por ejemplo, la historia de la chica japonesa da lo mismo que la pongan en castellano, en inglés o en swahili, es una historia trágica que tiene más que ver con el hecho de ser sordomuda en un mundo construido para la comunicación (por vacía que sea, y esta imagen la da muy bien Japón, el Japón actual), y también en el hecho del suicido de su madre, que al final no sabemos muy bien de qué va, pero nos lo imaginamos, sobre todo al saber que el rifle que conecta toda la película era de propiedad de su padre, que lo usaba para cazar, y no precisamente en Japón, de ahí podemos deducir que se trataba de una familia rota, no sabemos los motivos, y tampoco nos interesan, ... pero sí vemos muy bien las consecuencias.

Igual sucede en los otros casos, sólo que ahí son más evidentes los desencuentros: el chico que provoca un drama, cuando en realidad sólo está jugando, y es inconsciente de las consecuencias, o la historia de la mejicana que forzada a llevarse los niños a Méjico porque no encuentra quién se los quede, tampoco sabe las consecuencias que está provocando, por mor de leyes crueles de las que no es plenamente consciente.

En fin, una película que se sale absolutamente de las edulcoradas y prefabricadas tragedias de Hollywood, y que confronta al espectador con la situación en sí, trágica de por sí. Más que de los actores, la tragedia sucede, casi de forma natural, de las situaciones ya dadas: por ejemplo, el juego de un niño, para saber si el rifle tiene alcance se convierte, en cuestión de minutos, en un conflicto internacional, aunque sea a una escala local.

Y todo ello con una magnífica fotografía, una música excelente, adecuada a cada marco, un montaje fabuloso y unos actores que aunque algunos no sean profesionales, no desentonan en ningún momento del fondo de la historia.