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Voto de Sandro Fiorito:
8
Bélico. Drama Año 1937. Guerra chino-japonesa. En su avance por territorio chino, las tropas niponas llegan hasta Nanking, la capital, donde cometen toda clase de atrocidades. La historia sigue el destino de varios personajes, unos ficticios y otros reales. (FILMAFFINITY)
2 de junio de 2011
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el aroma del mejor cine bélico y la terrible sensación del peor de los recuerdos, se desarrolla esta gran película sobre una de las mayores atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Sino-Japonesa, la conocida como la Masacre de Nankín, que fue otra de esas muestras que dejan al descubierto lo más miserable de la condición humana, viendo como cualquier soldado no duda en ejecutar al más inocente de los civiles con la misma indiferencia del que dispara sobre una diana de madera. El aporte cinematográfico del director y guionista Lu Chuan (“La patrulla de la montaña”, 2004) es importante, pues no sólo fortalece el género bélico y el cine chino con un producto auténtico, libre de esteticismos o melodramas forzados, y con un contundente y crudo tratamiento de los hechos, sino que aporta un necesario documento sobre lo ocurrido entonces, a fin de concienciarnos e invitarnos a seguir cuestionándonos porqué la raza humana es capaz de llevar su pretendida locura a tan desorbitado extremo. Aunque la cinta se presente bajo el nombre de “Ciudad de vida y muerte” vemos muy poca vida, y demasiada muerte. Apenas un ápice de esperanza entre tanto río de sangre en blanco y negro, que es la escala de colores elegida por la realización para rodar esta película, lo que le da, aún más si cabe, un aire más tétrico y de su tiempo.

El argumento habla con fuerza y claridad, mostrándonos la devastada estampa de lo que queda de la ciudad de Nankín, arrasada por el Ejército Imperial durante la batalla que tuvo lugar allí, a finales del año 1937. En apenas tres meses todo había quedado reducido a escombros, y no contentos con el resultado los japoneses seguían buscando cualquier rastro de civiles o soldados chinos. La película, siendo una obra china, no renuncia a la objetividad, y por ello se pone en la piel de los dos bandos, siendo así el espectador partícipe de las historias vividas por todos los beligerantes. Tan pronto podemos ver la lágrima más auténtica de un aterrado civil chino, como la de un impotente soldado japonés que no da crédito a las repudiables órdenes que junto a sus compañeros debe cumplir. Todos ríen, todos lloran, todos disfrutan del regusto de la esperanza y muchos -no voy a incluir en esta referencia a los que evidentemente incluso disfrutaron con sus atrocidades- se aterran por el olor a muerte, caos y sinrazón que inunda estos acontecimientos. Paradójicamente, el ángel de la guarda, la luz que puede iluminar la más profunda de las oscuridades, es un diplomático nazi llamado John Rabe (John Pasley), que con sus esfuerzos consigue asegurar un área neutral de seguridad en la que puede albergar a centenares de chinos que gracias a la bondad del que hoy es conocido como “el Schindler de Nankín”, ven un halo de esperanza en sus vidas.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sandro Fiorito
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