¿Quién mató a Laura Palmer?. ¿La china, la tuerta, su padre, el sheriff Harry, el señor Garrison, los hermanos puteros, el agente Cooper o el equipo de los Broncos de Denver del 79?. No me importa quien la mató ni porqué, pero lo que si me importa es que se quiera tomar el pelo a la gente, de manera tan vil y rastrera.

Si el agente Cooper en vez de hacer el moñas con la grabadora y demás chorradas, como tirar piedras a una taza con los ojos cerrados al decir los nombres de los sospechosos (Eso si es un buen método y no los de Grissom en csi), se hubiera dedicado a investigar un poco, a lo mejor nos habríamos ahorrado ver a esa panda de lunáticos que habitan en ese pueblucho de mala muerte (que se lo digan a Laurita Palmeras), haciendo todo lo posible para parecer culpables.
Después va el tío y se me pone a soñar con habitaciones de puticlubs y enanos bailarines con voces, que ni el Jose Luis Moreno en sus mejores tiempos.
Y Diane, menuda santa. Anda que no le daba el coñazo todo el día...Diane, he perdido mi anzuelo de pesca. Diane, que me he perdido en el bosque y no se ha inventado el gps. Diane, compra más cintas que no me quedan.
¡Pero hombre muchacho, llama al del once ocho once o a los pelochos y deja de dar mal a la pobre mujer, cansino!. Aunque siempre he tenido mis dudas sobre si realmente existía o Cooper era el asesino y estaba loco. Tal y como iba la cosa, sería lo más normal.
Vale, que el Lynch es astuto cual felino o hiena hambrienta y os pueda engañar en un principio, con ese episodio piloto, pero después no me toquéis la moral hombre, no hay excusa para seguir cayendo en la misma trampa una y otra y otra vez. ¿si o no eh?, ¿si o no eh?, ¿si o no?.
Yo siempre que esta serie intenta aparecer en la pantalla del televisor de donde me encuentre, utilizo la táctica de Perro Muchacho para que desaparezca de inmediato.
Desvío la atención de los presentes con mi olisqueo y mi habilidad de triguero hace el resto.