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Animación. Aventuras. Infantil
La popular leyenda de Robin Hood es revivida mágicamente por Disney. La diversión y el romance aparecen por doquier cuando Robin Hood, el héroe espadachín del Bosque de Sherwood, se desliza de aventura en aventura con su valiente ayudante, Little John, y su desternillante banda. Su objetivo es vencer al malvado príncipe y su ayuda de cámara, Hiss, que tienen atemorizado al pueblo a base de injustos impuestos. (FILMAFFINITY)
17 de febrero de 2018
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Ya en la época de Blancanieves y los siete enanitos, allá por 1937, Walt Disney estaba interesado en la adaptación animada del relato del S. XII y XIII “Roman de Renart” [...] Pero aún así no estaba del todo convencido pues aunque sentía fascinación por Reynard no creía que las aptitudes y cualidades del zorro fuesen una elección acertada como para convertirlo en el héroe del filme [...]. Cuando el maestro falleció en 1966 y ya enfrascados en la producción de “Los aristogatos”, Ken Anderson empezó a preocuparse cuál sería el tema sobre el que versaría la siguiente película animada. La historia de Robin Hood salió a la palestra y como suele decirse el resto fue historia pues el personaje y sus aventuras casaban muy bien con el estilo y el espíritu de la animación al cual estaban acostumbrados [...]. Si bien es cierto que el tema de “Roman de Renart” había quedado aparcado ad eternum el convertir al zorro en el héroe de nuevo no parecía mala idea después de todo así que se decidió que el animal que representaría a Robin Hood sería ese animal sólo que esta vez sería un ser inteligente, sagaz y avispado pero amigo de sus amigos y gallardo para los débiles.
El problema, de raíz, no es que hubiesen cambios sustanciales o si había una exposición más simple de la leyenda del personaje. Incluso, en definitiva, no había mucho desventaja si la película se alejaba bastante de lo que tenía en mente Anderson. El inconveniente y la dificultad es que Disney había fallecido. El equipo se encontraba completamente solo y ya no contaba con alguien que los dirigiese en el camino correcto como siempre había hecho Walt en todos y cada uno de los proyectos animados. Esta era la primera película en la que no contaban con ninguna directriz previa de él [...]. Sin lugar a dudas el título que siempre ha sido el distintivo y referente absoluto sobre el personaje del arquero de Sherwood es “Robin de los bosques” (Michael Curtiz y William Keighley, 1938). Su visión idílica, coloreada, brillante y ante todo glamourosa sobre el personaje hicieron de esta película el icono por antonomasia [...]. Tan sólo hay que ver la película animada para ver un auto reflejo no sólo en el estilo y el tono sino también en la indumentaria, la ambientación y la dirección. Es más, muchas de las escenas de la versión animada son muy parecidas al filme de 1938 como por ejemplo el duelo de arcos o el clímax en el castillo. Aún así la versión animada pretendía ser más sencilla, más directa y más breve.
Para empezar hay una cosa que queda clara con el Robin Hood de la compañía Disney. El diseño de producción es cuanto menos cuestionable. No se puede negar que hay un ahorro muy patente tanto en propuesta como en resultado. La animación es mucho más sencilla, el diseño de personajes es blando y aunque la fisonomía y anatomía es algo que los animadores dominaban a la perfección hay cierta dejadez en lo que a innovación y avance al respecto se refiere. No se puede negar que los movimientos, gesticulaciones y acciones siguen siendo un alarde de pericia pero todo cuanto vemos resulta un tanto acomodado, sin apenas novedades. Tampoco ayuda que los fondos son comunes dentro de los títulos animados [...]. Uno de los detalles que más destaca en ese aspecto es que “Robin Hood”, quizás, es la película con más reciclaje en el campo de la animación. Muchos personajes, escenas y acciones copian y emplean diseños y metraje entero de anteriores títulos para volverlos a reutilizar [...].
Quitando lo evidente y señalando los errores de peso de un equipo de dibujantes que había entrado en una época de difícil enfoque y sin saber por dónde tirar, no todo es malo en una película que sin lugar a dudas ofrece y contiene más de lo que pueda parecer a simple vista. Para empezar no se pierde en inutilidades ni tropiezos narrativos. Desde los primeros instantes va a lo que realmente importa: presentar los personajes y descubrir sus motivaciones. Es cierto que, como suele suceder en la gran mayoría de clásicos animados dentro de la compañía, el maniqueísmo es más que evidente [...]. Una vez terminan los títulos de crédito el narrador nos coloca en una época donde se hace patente la miseria, la pobreza, la opresión de un gobierno que sólo desea enriquecerse a costa de un pueblo oprimido. A los pocos segundos aparecen en escena los dos protagonistas de la función: Robin Hood y Little John. Amigos de aventuras y siempre activos para ayudar al débil y dar un escarmiento al villano de turno [...]. También ayuda que el villano de la función, el Príncipe Juan, sea un ser despreciable, infantiloide, enamorado de sí mismo y creyendo que merece ser recompensado por su vileza. Hay que añadirle una dependencia hacia una madre ausente quien no le dio aprobación alguna. Tal es su egocentrismo que no dudará en usurparle el trono a su hermano mientras éste se encuentra luchando las cruzadas. Sus dominios son un campo de horror, maldad y manteniendo al pueblo bajo un cúmulo de deudas, leyes e impuestos completamente injustos [...].
La película se divide en tres aspectos: la enemistad entre Hood y el Príncipe Juan, la interacción del pueblo con su héroe salvador y el romance entre el protagonista y Lady Marian. A través de estas tres secciones la historia irá avanzando sin apenas interrupciones innecesarias y siempre con la intención de convertir el producto en una aventura ágil, ligera y accesible. Incluso uno puede llegar a ver el romance como algo secundario, sin llegar a ser el eje central de la historia [...]. Lo que aquí prima es ver como en todo momento Robin Hood está al acecho para acabar de una vez por todas con un tirano que se ha auto proclamado rey sin merecer serlo. Por esta razón las escenas más interesantes son aquellas donde el héroe y el villano se enfrentan o mantienen en pugna sus propias ganas de acabar el uno con el otro [...].
- Continúa en spoiler -
El problema, de raíz, no es que hubiesen cambios sustanciales o si había una exposición más simple de la leyenda del personaje. Incluso, en definitiva, no había mucho desventaja si la película se alejaba bastante de lo que tenía en mente Anderson. El inconveniente y la dificultad es que Disney había fallecido. El equipo se encontraba completamente solo y ya no contaba con alguien que los dirigiese en el camino correcto como siempre había hecho Walt en todos y cada uno de los proyectos animados. Esta era la primera película en la que no contaban con ninguna directriz previa de él [...]. Sin lugar a dudas el título que siempre ha sido el distintivo y referente absoluto sobre el personaje del arquero de Sherwood es “Robin de los bosques” (Michael Curtiz y William Keighley, 1938). Su visión idílica, coloreada, brillante y ante todo glamourosa sobre el personaje hicieron de esta película el icono por antonomasia [...]. Tan sólo hay que ver la película animada para ver un auto reflejo no sólo en el estilo y el tono sino también en la indumentaria, la ambientación y la dirección. Es más, muchas de las escenas de la versión animada son muy parecidas al filme de 1938 como por ejemplo el duelo de arcos o el clímax en el castillo. Aún así la versión animada pretendía ser más sencilla, más directa y más breve.
Para empezar hay una cosa que queda clara con el Robin Hood de la compañía Disney. El diseño de producción es cuanto menos cuestionable. No se puede negar que hay un ahorro muy patente tanto en propuesta como en resultado. La animación es mucho más sencilla, el diseño de personajes es blando y aunque la fisonomía y anatomía es algo que los animadores dominaban a la perfección hay cierta dejadez en lo que a innovación y avance al respecto se refiere. No se puede negar que los movimientos, gesticulaciones y acciones siguen siendo un alarde de pericia pero todo cuanto vemos resulta un tanto acomodado, sin apenas novedades. Tampoco ayuda que los fondos son comunes dentro de los títulos animados [...]. Uno de los detalles que más destaca en ese aspecto es que “Robin Hood”, quizás, es la película con más reciclaje en el campo de la animación. Muchos personajes, escenas y acciones copian y emplean diseños y metraje entero de anteriores títulos para volverlos a reutilizar [...].
Quitando lo evidente y señalando los errores de peso de un equipo de dibujantes que había entrado en una época de difícil enfoque y sin saber por dónde tirar, no todo es malo en una película que sin lugar a dudas ofrece y contiene más de lo que pueda parecer a simple vista. Para empezar no se pierde en inutilidades ni tropiezos narrativos. Desde los primeros instantes va a lo que realmente importa: presentar los personajes y descubrir sus motivaciones. Es cierto que, como suele suceder en la gran mayoría de clásicos animados dentro de la compañía, el maniqueísmo es más que evidente [...]. Una vez terminan los títulos de crédito el narrador nos coloca en una época donde se hace patente la miseria, la pobreza, la opresión de un gobierno que sólo desea enriquecerse a costa de un pueblo oprimido. A los pocos segundos aparecen en escena los dos protagonistas de la función: Robin Hood y Little John. Amigos de aventuras y siempre activos para ayudar al débil y dar un escarmiento al villano de turno [...]. También ayuda que el villano de la función, el Príncipe Juan, sea un ser despreciable, infantiloide, enamorado de sí mismo y creyendo que merece ser recompensado por su vileza. Hay que añadirle una dependencia hacia una madre ausente quien no le dio aprobación alguna. Tal es su egocentrismo que no dudará en usurparle el trono a su hermano mientras éste se encuentra luchando las cruzadas. Sus dominios son un campo de horror, maldad y manteniendo al pueblo bajo un cúmulo de deudas, leyes e impuestos completamente injustos [...].
La película se divide en tres aspectos: la enemistad entre Hood y el Príncipe Juan, la interacción del pueblo con su héroe salvador y el romance entre el protagonista y Lady Marian. A través de estas tres secciones la historia irá avanzando sin apenas interrupciones innecesarias y siempre con la intención de convertir el producto en una aventura ágil, ligera y accesible. Incluso uno puede llegar a ver el romance como algo secundario, sin llegar a ser el eje central de la historia [...]. Lo que aquí prima es ver como en todo momento Robin Hood está al acecho para acabar de una vez por todas con un tirano que se ha auto proclamado rey sin merecer serlo. Por esta razón las escenas más interesantes son aquellas donde el héroe y el villano se enfrentan o mantienen en pugna sus propias ganas de acabar el uno con el otro [...].
- Continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Como antes se indicaba, el drama es uno de los elementos más llamativos y todo un acierto, sobre todo en la forma en cómo está tratado, enfocado y expuesto. No hace falta ver matanzas, muertes, sangre y desolación para comprender y entender el grado de dolor y sufrimiento que conlleva la tiranía impuesta por un monarca cruel. Por ejemplo aquí no se escatima en ver como el sheriff no dudará en robarle el dinero a un minusválido, quien sigue trabajando para poder mantenerse o quitarle una moneda a un niño cuando ésta era el regalo de su cumpleaños. Tampoco se regatea en mostrar los estragos de la pobreza y la injusticia al mantener a todo el pueblo en la cárcel y con grilletes por no poder pagar los abusivos impuestos [...]. El momento donde el sheriff le roba el regalo al pobre chaval o ver la miseria de esos personajes atados con cadenas (incluso muchos están en el exterior, a la intemperie, atrapados en el cepo) son pequeñas pinceladas que demuestran que las emociones, cuando están bien expuestas, resultan igual de efectivas que un asesinato o una muerte. Como botón de muestra sirva el momento donde un ratón intenta alcanzar una migaja para poder alimentar a su familia pero la cadena le impide llegar a ella.
Lógicamente, siendo Robin Hood el protagonista de la función, el género de aventuras y acción debe tener razón de ser. En este caso lo hará por partida doble y con distintos tonos. Por un lado tenemos el duelo de flechas donde la acción es más desenfadada y con una puesta en escena bastante entretenida. La escena en la que él dispara dos veces para dar en la diana mientras una de las flechas atraviesa a la otra se convertiría en uno de las imágenes icónicas del filme y que sería copiada en más de una ocasión (cítese por ejemplo “Brave” de Pixar) [...].
Sin embargo será en el tramo final donde el suspense se convierte en el género mejor trabajado [...]. Se trata de una concatenación pura en las ideas a exponer y se consigue una animación lograda para el mejor momento de todo el filme ya que consigue alzarse como la demostración de que consiguieron una pequeña joya dentro del género y dentro de la lista de clásicos Disney. Mientras Little John ayuda a escapar a los prisioneros Robin intenta recuperar todo el dinero robado a través de una carrera contrarreloj en la cual no se escatimará en algún momento que otro puntual bastante crudo y que hoy quizás no se recurriría a él como arqueros disparando flechas contra un bebé indefenso. Pero sin lugar a dudas el clímax en el interior del castillo, con fuego, lucha a espadas y un aumento de la tensión excelente se convierte en una guinda del pastel muy conseguida [...].
[...] “Robin Hood” es un título menor dentro de los que se pueden considerar por sí mismos clásicos Disney y desde luego no hay nada más en él que ser una muesca más de todas las que hay (y las que vendrán cada cierto tiempo) para narrar las peripecias y aventuras de uno de los héroes más legendarios y queridos del folklore popular. Pero si hay algo de lo que puede presumir es que quizás estamos ante una de las obras más tierna y entrañable de cuantas se han rodado sobre el personaje en cuestión. El candor que destilan todos los dibujos animados de esta película es uno de los distintivos más ilustres de cuanto puede decirse de ella. En ese aspecto los dibujantes demostraron, una vez más, que a pesar de entrar en un estado letárgico sus diseños y sus personajes seguían siendo patente de corso de una empresa que aún con sus altos y bajos habían sabido mantenerse a flote [...]. De haber estado Walt Disney vivo no sabemos si la habría aplaudido o se habría quedado con la ceja arqueada pero sí que tengo claro que como mínimo no habría hecho ascos a lo expuesto.
Crítica completa aquí: https://claquetadebitacora.wordpress.com/2018/02/17/critica-robin-hood-wolfgang-reitherman-1973-empezando-sin-walt-disney/
Lógicamente, siendo Robin Hood el protagonista de la función, el género de aventuras y acción debe tener razón de ser. En este caso lo hará por partida doble y con distintos tonos. Por un lado tenemos el duelo de flechas donde la acción es más desenfadada y con una puesta en escena bastante entretenida. La escena en la que él dispara dos veces para dar en la diana mientras una de las flechas atraviesa a la otra se convertiría en uno de las imágenes icónicas del filme y que sería copiada en más de una ocasión (cítese por ejemplo “Brave” de Pixar) [...].
Sin embargo será en el tramo final donde el suspense se convierte en el género mejor trabajado [...]. Se trata de una concatenación pura en las ideas a exponer y se consigue una animación lograda para el mejor momento de todo el filme ya que consigue alzarse como la demostración de que consiguieron una pequeña joya dentro del género y dentro de la lista de clásicos Disney. Mientras Little John ayuda a escapar a los prisioneros Robin intenta recuperar todo el dinero robado a través de una carrera contrarreloj en la cual no se escatimará en algún momento que otro puntual bastante crudo y que hoy quizás no se recurriría a él como arqueros disparando flechas contra un bebé indefenso. Pero sin lugar a dudas el clímax en el interior del castillo, con fuego, lucha a espadas y un aumento de la tensión excelente se convierte en una guinda del pastel muy conseguida [...].
[...] “Robin Hood” es un título menor dentro de los que se pueden considerar por sí mismos clásicos Disney y desde luego no hay nada más en él que ser una muesca más de todas las que hay (y las que vendrán cada cierto tiempo) para narrar las peripecias y aventuras de uno de los héroes más legendarios y queridos del folklore popular. Pero si hay algo de lo que puede presumir es que quizás estamos ante una de las obras más tierna y entrañable de cuantas se han rodado sobre el personaje en cuestión. El candor que destilan todos los dibujos animados de esta película es uno de los distintivos más ilustres de cuanto puede decirse de ella. En ese aspecto los dibujantes demostraron, una vez más, que a pesar de entrar en un estado letárgico sus diseños y sus personajes seguían siendo patente de corso de una empresa que aún con sus altos y bajos habían sabido mantenerse a flote [...]. De haber estado Walt Disney vivo no sabemos si la habría aplaudido o se habría quedado con la ceja arqueada pero sí que tengo claro que como mínimo no habría hecho ascos a lo expuesto.
Crítica completa aquí: https://claquetadebitacora.wordpress.com/2018/02/17/critica-robin-hood-wolfgang-reitherman-1973-empezando-sin-walt-disney/