De nuevo Alfred Hitchcock aborda su tema por excelencia: el asesinato. De nuevo el director inglés, al igual que en "Crimen Perfecto", nos habla de la posibilidad de llevar a cabo un asesinato prefecto, entendido éste como manifestación artística incluso, en el cual todo salga bien, todos los detalles estén calculados.

Se trata de una película en la que el suspense es su sólida base, un suspense creciente, y de mucha calidad, que surge en los primeros fotogramas y no se agota hasta el final. Hitchcock consigue crear una atmósfera llamativa, alrededor de un asesino morboso, camuflado en unas tesis intelectuales algo utópicas, y que logra reunir en el mismo piso a todos los elementos posibles que pudieran elevar esa dosis de suspense.

La pelicula está montada casi en clave de teatro en cuanto a la planificación y los escenarios, bueno, más bien escenario: un piso de estudiantes, con grandes ventanales mostrando los rascacielos newyorkinos, en el que se desarrolla toda la acción, y los personajes van entrando salliendo de plano. Recuerda en este aspecto a La Ventana Indiscreta.

Quizás el personaje de Farley Granger, que colabora en el asesinato, sea el menos creible. En ningún momento parece que quisiera participar en el crimen, y se muestra siempre inseguro y temeroso, siempre maniatado por su amigo y cómplice, Brandon, y sin compartir las oscuras tesis de éste.